*** —¡Es que no puede ser! —el grito dramático de Violetta Ricci resonó en toda la mansión Lombardo. Los sirvientes se miraron unos a otros, incómodos, mientras los señores Lombardo intentaban consolarla—. ¿Cómo puede ser que me esté haciendo esto? ¡Soy su esposa y la madre de su hijo! Ya habían pasado dos días desde que César desapareció con su mejor amigo sin decir nada a nadie. Tiempo en el que su esposa y sus padres han estado angustiados. No era la primera vez que hacía ese tipo de gracia, pero sí era la primera vez que duraba tanto tiempo sin comunicarse. Violetta se encontraba en la casa de sus suegros, llorando a mares. Estaba muy sensible por el embarazo, y el hecho de que César no se haya comunicado con ella ni respondido a sus llamadas la mantenía al borde del colapso. —Tran