*** —No puedes estar hablando en serio —dijo Fénix, gesticulando tras unos segundos de procesar lo que parecía ser la confesión de César—. ¿Cómo puedes...?. —¿Quieres que te lo demuestre de alguna manera? —la interrumpió, colocando un dedo sobre sus labios—. Puedo ser un mentiroso a veces, pero cuando se trata de sentimientos, soy muy sincero. Lo sabes más que nadie. Fénix no supo qué contestarle. Estaba perdida, jamás imaginó recibir una confesión de su parte. Si César decía que le gustaba, era porque realmente lo sentía; de lo contrario, no habría dejado de lado a su familia para estar con ella y su hijo. Habría optado por una venganza en lugar de estar en un momento así de romántico con ella, e incluso la hubiera despreciado por lo que era y hacía, manteniendo una vida falsa. Sin sa