*** Fénix no respondió enseguida; necesitaba tiempo para encontrar una respuesta adecuada. Estaba preparada para enfrentar cualquier cosa, pero con Santoro, las cosas siempre se complicaban, hasta el punto de requerir una excusa convincente para justificar sus acciones. Claramente, lo que ella había hecho a sus espaldas no tendría ningún tipo de justificación, al menos no para él. —Solo responde —insistió el hombre con aire calmado. Ni siquiera parecía furioso, aunque a veces su serenidad era un indicio de enojo—. No puedes ocultarme nada, Fénix. Lo sé todo, así que no te esfuerces. —Tienes razón —asintió obediente—. Entregaré a Einar. No puede estar conmigo. —Vaya —dejó escapar el humo retenido en su boca—. ¿Desde cuándo eres así de valiente?. —No soy una cobarde. —Supongo que no pa