Capítulo IX
A la mañana siguiente, mi amigo el subjefe estaba de nuevo en el despacho de Moreno: al despertarse le vino a la cabeza una idea que no le había aparecido peregrina; como me contó al vernos la tarde siguiente, otra vez su cerebrito le había pellizcado y esta vez le había dirigido al tema del espionaje.
El subjefe dijo:
—Mira, podría ser interesante seguir una última pista antes de dejarlo todo, la del amante Mangiaforni, Margareta Fuchs. Después de todo, no hemos indagado mucho sobre ella, contentándonos con el hecho de que no habían aparecido razones para que la mujer odiara al muerto, ni motivos de interés. Hagamos algunas investigaciones. Entretanto, preguntemos a Manforti qué puede saber, como antigua escolta de Mangiaforni, sobre las relaciones entre la señorita Fuchs y
