Capítulo VIII El portero del edificio señorial sobre el que se elevaba el ático de los Mangiaforni era una persona de unos 50 años, alta, delgada y erguida. Vestía, como si fuera una librea esencial, una elegante chaqueta cruzada de color gris hierro sobre una camisa impoluta, corbata de color antracita y en los pies un par de zapatos Oxford clásicos sencillos y muy brillantes. Sordi, en el curso de las investigaciones sobre el ingeniero difunto había obtenido datos también de él. Entre las cosas ya conocidas, resultó que la señora Mangiaforni, días antes de la muerte del ingeniero, un lunes, poco antes de las nueve y media de la mañana, había salido del edificio y se había montado, unos 50 metros más adelante, en un viejo Dauphine azul, un modelo de coche que se había dejado de fabricar