En "Tres golpes al cielo y una ráfaga sangrienta" Wong, el protagonista, después de sufrir la pérdida de sus padres a una tierna edad y vagar como mendigo en las calles hasta buena parte de su adolescencia, es aceptado en la secta Guāng Dé con la esperanza de que su vida cambie a mejor pero, por el contrario sus días sólo se tornarán aún más grises. Wong en un arranque de ira por tales injusticias asesina al primer villano, Ning Zhao, su cruel maestro.
Por ello huye de la secta y gana adeptos, hermanas y hermanos que están dispuestos a entregarles sus vidas, mientras se topa con diversos villanos. Para luego, con su poder como emperador, reformar el gobierno de las sectas comenzando con el despiadado asesinato de los líderes. Y finalmente vivir una vida feliz y relajada junto a su harén.
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Un joven delgado miraba con ansias el cielo por la estrecha ventana del carruaje destartalado en el cual llevan a los candidatos a discípulo de una de las sectas más fuertes del mundo. Había oído hablar de la absoluta misericordia y justicia que perseguían sus líderes.
Sabía que estaba en desventaja en relación a sus compañeros, pues en gran parte de los procesos se elegía a jóvenes entre los 8 y 12 años. No era una regla estricta para la postulación pero todo el mundo sabía eso. Él aparentaba menor edad, pero lo cierto era que sus 3 años extra le podrían costar el ingreso. Lo que lo tenía en extremo preocupado.
“Por favor, por favor” se repetía mientras apretaba con fuerza sus puños y dientes. Rogaba porque el cielo le concediera aunque sólo sea una vez, una oportunidad.
El carruaje se detuvo y una ridícula gigantesca puerta se abrió revelando a los flacuchos y harapientos chicos una hermosa ciudadela, con construcciones imponentes, tan opuestas a sus pálidas y pequeñas casas que se mantenían de milagro en pie.
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Xiangg, de nuevo se repitió compulsivamente, en voz baja: “no puede ser” mientras caminaba en círculos como cuando su nivel de ansiedad estaba en el límite y expandiéndose.
Esos malditos ojos grises lo habían condenado. ¿Dónde podría esconderse ahora? ¿Fingirá ser ciego? ¿Debía arrancarse los ojos? Se preguntaba. Interrumpiendo sus líneas de pensamiento al reconocer que perdía el tiempo en absurdas soluciones.
Al final, reconoció que el asunto más importante era que su posición era demasiado llamativa y siendo el primer villano ¿El héroe dejaría que huyera? “No, diablos, no. No podré escapar. ¿Transmigré sólo para morir otra vez? ¿A caso mi destino es morir de formas absurdas? ¿Por qué yo? ¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué el mundo es tan cruel?”, eran algunos de sus pensamientos que se atropellada en su mente.
Pero, de inmediato, se recordó que ese no era momento para lamentqrse, debía… debía planificar. Sí. Eso. Como un verdadero villano, debía controlar sus emociones y actuar. Actuar antes de que la situación lo obligue.
Con esto resuelto tomó aire profundamente y lo dejó ir de a poco. Sí, estaba decidido. Haría un súper plan y saldría de este embrollo. Pensó decidido mientras su puño derecho golpeaba su palma, como un juez dictando sentencia.
Justo después alguien llamó a la puerta nuevamente. “Maldición, maldición, me perdí divagando otra vez” fue el regaño fugaz que se dedicó antes de sentir su cuerpo tenso. Como un gato que es espantado.
Interrumpiendo sus pensamientos, ingresó un sirviente que le comunicó que los candidatos a discípulos de la secta estaban listos para su elección y se quedó allí esperando una orden que tardó en llegar.
—Llévame con ellos—. Respondió, con los pelos de punta.
La figura esbelta, de uno de los 3 discípulos mano derecha del gran líder y cabeza actual de la sectaGuāng Dé Guāng Dé fue el primero en tomar su lugar. Los enjutos cuerpos de los muchachos elevaron la mirada con admiración. No sólo por las hazañas que la gente murmuraba había hecho aquel hombre a pesar de ser el más joven de los 3. Sino que los tomó desprevenidos la ridícula belleza etérea de la cual nadie había oído hablar, soltaron un suspiro. Destacaban sobre todo sus ojos gris celeste brillante.
En la novela, Wong había ingresado a secta Guāng Dé después de pasar días mendigando en las calles y lidiando con el doloroso duelo por la pérdida de sus padres a causa de una enfermedad agonizante, estos fueron arrojados en una fosa común y sus cuerpos quemados.
Fue elegido solo porque sorprendentemente Ning Zhao vio en su cultivo, que parecía inexistente, una esencia única que, refinada, podría serle sumamente útil para mejorar su cultivo a pasos agigantados. Sin embargo Wong se dió cuenta y terminó asesinándolo en defensa propia.
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Xiang ocupó el lugar indicado por un sirviente. Nunca había sido bueno disimulando sus sentimientos y temía que todo el mundo se diera cuenta de su cambio. ¿Cómo lo explicaría? ¿Qué podría decirles? ¿Amigos, vengo en son de paz, no me maten por favor?. Además, lo puso nerviosos el lugar amplio que se veía tan formal y ceremonioso, él se encontraba en un podio, algo lejos y elevado de los jóvenes que aguardaban los resultados.
—Hermano, ¿Cómo has estado últimamente?
Xiang se contuvo de dar un salto en su silla anteante la repentina pregunta.
—... Veo que… no muy bien—, continuó hablando Lin Wei, frunciendo un poco el ceño al ver la palidez en el rostro de Ning Zhao.
Antes de que cualquiera pronunciara alguna otra palabra, apareció el líder de la secta, Deng Xian junto al último de sus discípulos, Xiao Li.
Xiao imitó torpemente la inclinación ligera de Lin y Xiao, en señal de respeto hacia su maestro. No pudo evitar que su corazón se acelerara al imaginar lo mal que podría salir esto si lo descubrían.
Luego, Deng Xian elevó un poco su mano derecha en señal de que podían volver a enderezarse y ocupar sus lugares. Xiang se congeló por un momento al ver al hombre de mirada severa enfocarse en él, estuvo a punto de confesar que era un impostor, imaginando que de alguna manera aquel hombre lo sabía todo. Sin embargo, al ver que sus “hermanos” volvían a sus lugares, él hizo lo mismo.
Un discípulo de menor rango anunció, a la señal de Deng Xian, la información de los postulantes, enfocándose en la puntuación obtenida en las pruebas.
Xiang logró recuperar la calma con esfuerzo. “Idiota, idiota, ¿Pero qué haces? Ellos te ven igual que siempre. Tu cara sigue siendo la misma. No hay pruebas que te incriminen. Debes ser fuerte y no cavar tu tumba” se regañaba Xiang, distraído. Hasta que escuchó, como si de un lejano eco se tratara, un nombre familiar.
—Wong Wei, ha obtenido los siguientes resultados:
- Habilidades marciales: 20 puntos.
- Control del qi espiritual: 100 puntos.
- Resistencia física: 40 puntos.
- Sabiduría espiritual: 40 puntos.
En total, Wong Wei ha obtenido 200 puntos de un total de 400 posibles, cumpliendo así con los requisitos necesarios para ser considerado para el ingreso a nuestra secta—. Dijo el discípulo menor guardando silencio unos segundos antes de pasar al siguiente postulante.
Sólo entonces, Xiang se fijó con mayor detenimiento en los chicos frente a él y sintió un peso en su corazón. Ahora, recordaba algo que el autor había puesto en la novela al referirse a esas dichosas pruebas: ¿Quién no puede soportar el tormento en la carne cuando el alma clama sedienta por una oportunidad?
Los ropajes desgarrados revelaban heridas sangrantes que suplicaban atención. Manchas de violeta, verde y rojo salpicaban aleatoriamente las partes expuestas de sus cuerpos.
Con los puños apretados, sudor en la frente, labios fruncidos, mandíbulas tensas y respiraciones agitadas, daban la impresión de un anhelo intenso por lo que sucedería a continuación. Parecían pequeños polluelos desplazados de su nido por un viento feroz. ¿Cómo era posible que llegarán allí?
Tragó saliva y sintió la ansiedad posándose densa en su cuerpo entero pues fue consciente de que en verdad ya no se encontraba en su mundo.