Después que salieron del hospital, dentro del auto Axel no perdió tiempo y le hizo firmar el contrato a Meridia, la cual escribió su nombre en su idioma élfico que era el único que ella sabía leer y escribir. Justamente como le indicó, ella ni siquiera le pidió al alfa que le leyera lo que decía ahí, porque ya no le importaba puesto que, lo único que le interesaba ahora a la jovencita, era que su madre se encontraba segura en el hospital recibiendo la atención que se merecía, por lo cual con eso bastó para estar a merced de Axel quien sonrió gustoso, cuando la elfa ya era legalmente «suya». —A partir de hoy, vivirás conmigo en la mansión Wolfgang. —¿Viviré con usted en su mansión? —cuestiona Meridia porque ella creía que podía ir y venir a su casa. —Por supuesto, vivirás ahí por seis me