Sin contemplación alguna, Axel sujetó las piernas de Meridia abriéndolas descaradamente y sin mas entró al primer intento. Como la joven era tan ligera para maniobrar, él la levantó un poco y sin mas comenzó a penetrarla con fuerza, viendo como la elfa se movía a causa de sus frenéticas penetraciones. Fue en ese momento que Axel lograba observar como los ojos de ella se volteaban de vez en cuando, mientras Meridia extendía sus manos para apretar sus puños sobre las sábanas, sintiendo como la erecta y enorme masculinidad del alfa llegaba hasta lo más profundo de su ser, y con cada embestida la elfa sentía que veía las puertas del cielo abrirse. Sus piernas comenzaban a entumecerse porque estaban tan abiertas, que ella jamás imaginó que su cuerpo podía ser tan flexible, pero a ella no le im