Su elfa lucía hermosa. No podía negar que se encontraba algo magullada en ese instante, su tersa piel pálida estaba marcada con varios chupetes y marcas rojizas que eran las secuelas de aquellas rudas caricias que le había dado anoche; eso era lo normal, después de todo Meridia había hecho el amor con un hombre lobo alfa. Ahora bien, Axel pensaba que, a partir de ese momento, debía amoldar a la rubia para que pudiera soportar lo que le esperaba más adelante, ya que su cuerpecito de elfa necesitaba acostumbrarse a intimar con alguien como él. —Buenos días… —saluda Axel, colocándose encima de Meridia, entre tanto le sujeta sus manos con lentitud, para llevarlas por encima de su cabeza, y así él tener un mayor acceso a todo el torso desnudo de la rubia que, con una sonrisa respondió: —Buen