Al día siguiente, el primero en despertar fue Axel. Cuando abrió sus ojos lo primero que vio fue el delgado brazo de Meridia alrededor de su cintura, mientras ella estaba tan cerca de él, que cuando se volteó a mirarla podía ver el color claro de sus pestañas, y esas pequeñas pecas que ella tenía en su rostro. Axel cerró sus ojos respirando profundo para sentir el aroma natural de su compañera, mientras en el fondo de su ser él sentía que ciertamente estaba acostado al lado de un ángel, porque el aura que manaba la elfa le daba una tranquilidad y paz de la que él si se ponía a pensar con detenimiento, nunca había experimentado. «Es tan extraño… ¿Así se sentirá despertar con un elfo a tu lado?» piensa Axel levantándose, al instante que escucha que están tocando la puerta. El alfa olfatea