Axel tuvo que verse en la necesidad de separarse de los labios de Meridia, porque en la posición que estaba era demasiado incómoda, principalmente porque él no estaba acostumbrado a besar a una mujer de tan baja estatura como la elfa, es por eso que él la cargó para que ella quedara a su altura, rodeando una de sus manos sobre la cintura de la chica, y la otra debajo de sus glúteos, entre tanto Meridia sin pensarlo se amoldó encima del alfa, colocando sus brazos alrededor del cuello de Axel que, a unos escasos milímetros de distancia del rostro de la rubia dijo: —Ahora si estoy cómodo… quédate quieta, elfa —murmura viendo exclusivamente esos labios entreabiertos de la rubia, los cuales él deseaba devorar con desesperación. Es por esa razón que Axel fue a la carga una vez más abriéndole l