Cuando Meridia salió de su trabajo, sentía que le dolía hasta el apellido, porque su jefa ese día la había castigado el doble por lo que había ocurrido, aunque en el exterior no se veía, su espalda estaba al rojo vivo, al igual que sus brazos que fueron las zonas donde cayeron los golpes que ella siempre le daba, con aquel palo del cual la joven tenia pesadillas en las noches. El lado positivo es que ella salió temprano, por lo cual podía pasar por una panadería a comprarle un pastel de cumpleaños a su madre, porque hoy era su cumpleaños número sesenta y cinco. Su madre había dado a luz a Meridia en una edad avanzada de cuarenta y seis años, porque según la mujer contaba, fue el momento cuando sus amos alfas la dejaron respirar un poco, y pudo permitirse tener una familia con su padre elf