Cuando llega a su humilde hogar, Meridia entra con una sonrisa saludando: —¡Mami, ya llegué! Hoy vine temprano —saluda la joven diciendo aquellas palabras porque todavía no había anochecido. Normalmente cuando ella ya estaba abriendo la puerta, su madre siempre aparecía para recibirla, pero en esta ocasión, ella no apareció. Meridia de inmediato sintió un nudo en su corazón asumiendo que su mamá estaba durmiendo, es por eso que fue a su habitación diciendo: —Mami… ¿estarás dormida? —pregunta ella mientras arroja su bolso yendo rumbo hacia la recámara, y cuando llega grita diciendo —¡¡Mami!! —exclama la joven cuando observa que la mujer estaba en el suelo. Ella de inmediato se agacha levantándola, midiendo su pulso, y al instante la joven se siente un poco aliviada porque todavía su mam