Axel tenía a Meridia sujetada por la cintura, abrazándola por detrás, por lo cual la espalda de la rubia chocaba contra su pecho, y desde esa distancia lo que podía ver el alto alfa, era la cabeza de la chica y la forma como sus hombros desnudos se asomaban desde esa pijama vieja que estaba usando. En ese instante él ni siquiera escuchó las anteriores palabras de Meridia, porque él lo único que pensaba era en probar por completo el delicado cuerpo de la elfa que, ya se había apoderado de todos sus deseos carnales, es por esa razón que él se alejó, solamente para jalarla del brazo y lanzarla a la cama, escuchando como la rubia emitió un pequeño gritico diciendo: —Axel… ¿Qué vas a hacerme? —pregunta Meridia y al instante el pelilargo lo que hace es montarse encima de ella diciendo: —La pre