Perspectiva de Meridia
Aunque me faltaba el aire y mis piernas no podían dar un paso más, yo seguía corriendo porque tenía que huir de ese alfa ebrio que me estaba persiguiendo. Una de las cosas que siempre me agradaban de mí misma, era mi buena aptitud física, quizás porque siempre mi instinto de supervivencia estaba al máximo, o porque realmente era buena en los deportes, no lo sabía con certeza, pero lo importante es que en ese instante logré esconderme, escabulléndome de ese hombre que me estaba acosando. Sin embargo, esperé varios minutos hasta sentir que ya no corría peligro para poder salir.
En completo silencio en ese callejón oscuro y frío, yo estaba escondida detrás de un container de basura, esperando el momento que pudiera sentirme segura; lo único que escuchaba en ese instante, era mi respiración agitada, y mi corazón latir con tanta fuerza a causa de la agitación y el miedo, que tenía que llevar una de mis manos a mi pecho para sentir que de esa forma me calmaba. Las gotas de sudor caían pesadas de mi frente, incluso sentía como goteaban desde mi barbilla, pero estaba tan asustada, que ni siquiera me importaba. Eran las diez de la noche, hace dos horas atrás había acabado de salir de mi trabajo, y justamente cuando me bajo del autobús tuvo que pasarme esto a mí, eso era normal que ocurriera, que hombres lobo persiguieran a chicas elfo solas en la calle para abusar de ellas, ya me había ocurrido en otras ocasiones, pero la diferencia en esta ocasión, era que ese sujeto era un alfa, y en la sociedad donde yo vivo los lobos alfas pueden hacer lo que deseen a los elfos y la ley los ampara, incluso pueden quitarte la vida y nada les pasará.
Por esa razón tenía miedo, pero luego de varios minutos, me doy cuenta que ya estoy fuera de peligro, es por eso que decido salir de mi escondite de forma muy atenta, cuando de repente veo que ese hombre del cual huía, durante todo ese tiempo estuvo ahí esperándome como un depredador asechaba a su presa. ¡Ni siquiera lo escuché!, pero él siempre estuvo ahí esperando que yo saliera, y cuando me vio, me empujó contra la pared diciendo:
—Hasta que por fin sales, orejona —dice ese hombre con su voz gruesa y aterradora.
Como puedo, intento escapar de él, pero ese alfa era demasiado fuerte, y con una facilidad increíble me levanta sujetándome por mis antebrazos, acercando su horrible cara hacia mí, y al estar en esa cercanía puedo sentir tu fétido aliento a alcohol impactar sobre mi rostro. Sin poderlo evitar formo una expresión de asco en mi cara, que al parecer ofende a ese animal porque sin ningún tipo de contemplación me suelta, solamente para darme una fuerte bofetada, que logra tumbarme al suelo húmedo lleno de suciedad y basura. El golpe me deja aturdida, pero no me importa porque veo una botella en el suelo, y con la mayor rapidez que puedo me pongo de pie solamente para arrojársela en la cabeza.
El hombre lobo se tambalea a causa del impacto que yo aprovecho, porque se me ocurre darle un golpe en su entrepierna, con eso bastó para hacerlo arrodillarse, y ahora cuando finalmente estamos en la misma altura, con todas mis fuerzas le golpeo su rostro en dos ocasiones con mi bolso, aprovechando que él todavía sigue quejándose del dolor de su cabeza y de sus partes íntimas. Cuando creo que ya es suficiente, me emprendo a huir de la escena lo más rápido que puedo, viendo hacia atrás por temor a que ese animal estuviera detrás de mi dispuesto a matarme. Sin embargo, por estar corriendo sin ver por dónde iba, no me percato que alguien venía caminando a mi dirección, y casi como si hubiese colisionado contra una pared, termino chocándome con otro hombre, ocasionando que una vez más caiga al suelo. Pero a pesar de eso, como puedo me levanto aprovechando esa distracción para salir corriendo con todas las fuerzas que tenía para que ninguno de los dos me atrapara.
Treinta minutos después:
Cuando ya estoy montada en el autobús rumbo a mi casa, me siento más segura porque el transporte público donde iba era exclusivo para elfos, la mayoría eran jóvenes como yo que trabajaban en la ciudad; yo había acabado de cumplir diecinueve años y todos a mi alrededor lucían de esas mismas edades. De vez en cuando me volteaba para ver a los pocos elfos que quedaban en el autobús conmigo, y todos tenían rostros cansados y lamentables como yo. Lo más probable eran que también venían de sus empleos en la ciudad, donde los hombres y mujeres lobos los explotaban hasta en cansancio por pagas miserables, y sin tener derecho a quejarse, porque ¿después cómo iban a comer?, sumando el hecho que era muy difícil encontrar un empleo, así que lo más seguro era que todos al igual que yo odiaban sus vidas, era fácil darse cuenta con tan solo ver sus rostros.
Así pues, cuando finalmente llegué a mi vecindario que era en la zona más alejada de la ciudad, todo se torna oscuro porque el lugar donde yo vivía no contaba con electricidad desde hace dos años. Todos en la comunidad lucharon y pelearon para que nos ayudaran con ese tema, pero al final la pelea fue en vano, es por eso que actualmente vivíamos en la oscuridad durante las noches, iluminándonos con velas o linternas, como si estuviéramos en el siglo pasado. Ya no importaba, estaba tan acostumbrada a mi mal vivir, que por eso saco mi celular de modelo viejo para encender la linterna, ya que de lo contrario no podía abrir la puerta de mi casa. Pero antes de entrar suspiro profundo y coloco mi mejor sonrisa entrando a la casa para saludar a mi mamá.
—¡Hola mami, ya llegué! —exclamo acercándome a mi madre, para darle un abrazo y un beso en sus mejillas.
—Meridia, hijita. Llegaste super tarde, estaba muy preocupada. Ahí te dejé la cena.
—¡Mamá, no debiste hacerme nada tienes que descansar! —exclamo llevándola de nuevo a la cama.
Mi mamá estaba enferma. Ella tenía una rara enfermedad que solo les daban a los elfos con habilidades curativas, ya que luego de usar su magia natural durante mucho tiempo, al parecer llegaba un punto en que se volvía en su contra, destruyendo lentamente su cuerpo con distintas enfermedades cada día. Su padecimiento era incurable, pero la única forma de controlar su enfermedad era con una medicina muy costosa, que yo le compraba a ella cada semana cuando me pagaban mi salario, y así de esa forma ella podía vivir más tiempo. Mi mamá era lo único que yo tenía, no contaba con nadie más en el mundo por lo cual me aterraba perderla porque no quería quedarme sola. Pero si bien es necesario agregar, no era un secreto para nadie que yo amaba a mi madre más que a mí misma, esa era la razón por la que yo hacía todo lo que estuviera en mis manos para mantenerla sana y feliz, por ese motivo yo nunca le mostraba a mi madre lo mucho que sufría, siempre intentaba lucir alegre ante ella porque no quería preocuparla… si tan solo supiera…
—Debes estar hambrienta y agotada, hija. Trabajas todo el día limpiando en esa casa de alfas ricos, viajando dos horas diarias hasta ese vecindario de millonarios, ¡por supuesto que cuando llegues voy a atenderte! Ahora, ya no pierdas tiempo y anda a darte un baño, yo te calentaré la sopa que te hice.
—¡No te preocupes mamá!, no debes agitarte, ¡yo estoy bien! mírame ni cansada estoy. Si estuviera cansada ¿podría hacer esto? —digo saltando y comenzando a bailar, haciendo que mi madre comenzara a reírse.
Eso me llena de alegría.
—Eso es porque estás joven. Deja que llegues a mi edad para que veas que no vas a saltar y a bailar de la misma forma. Bueno, entonces me voy a la cama. Te esperaré despierta para que me cuentes tu día ¿vale?
—Si, anda a la cama, mami. Mientras yo voy a darme un baño rápido para cenar, y mientras ceno, te comento como fue mi día.
Dicho esto, me llevo la linterna al baño para darme luz, al entrar a mi pequeño baño dejo de sonreír comenzando a quitarme la ropa lentamente. Me dolía todo el cuerpo, pero hacia lo posible para no quejarme, es por eso que comencé a tararear una canción para que mi madre no me escuchara. Cuando me quito mi ropa vieja, me observo en el espejo, toda mi espalda estaba llena de moretones, y parte de mis brazos. «Tengo que ser fuerte» me digo en pensamientos mientras con sumo cuidado, entro a la pequeña área del baño para asear mi cuerpo, con el agua helada que estaba en un gran recipiente. Con otro envase, comienzo a mojarme agradeciendo en gran manera que esa agua estuviera tan fría, porque así me ayudaban a aliviar mis golpes.
Al día siguiente:
Como todos los días, me levanto a las tres de la mañana, para prepararle la comida del día a mi madre, y además limpiar la casa con la mayor rapidez que puedo. Solamente había dormido tres horas, pero ya estaba acostumbrada, es por eso que todavía con mis ojos pesados del sueño preparaba el almuerzo de mamá y su desayuno. Mientras la comida se cocinaba en la estufa, yo limpiaba el piso y recogía todo lo que no estuviera en su lugar. Todo lo hacía rápidamente ya que tenía que llegar a mi trabajo a las nueve de la mañana, con un máximo de diez minutos de tardanza porque de lo contrario mi jefa se enfadaría conmigo, y eso era lo menos que yo deseaba porque si no mi castigo sería peor… Así pues, cuando termino todo en tiempo récord, me doy un baño rápido vistiéndome con lo primero que encuentro en mi closet prácticamente vacío, y en tan solo seis minutos ya estoy lista. Me despido de mi madre con un beso, y aun en medio de la oscuridad me voy de casa.
Cuando estaba en el transporte público aprovecho para dormir un poco hasta llegar a la ciudad, ese viaje tomaba una hora que yo utilizaba para descansar. Y así, cuando finalmente llego a mi destino, me bajo del autobús caminando tranquilamente para tomar el siguiente transporte, que me llevaría a esa zona lujosa donde mis jefes vivían. Todo iba transcurriendo en completa normalidad, cuando observo a lo lejos que una motocicleta viene a toda velocidad, conduciendo de una forma demasiado imprudente. Yo me asusto un poco porque seguramente era un lobo alfa en estado de ebriedad el que iba conduciendo, pero luego mi miedo incrementa, cuando veo como la moto perdió el control y terminó estrellándose contra un poste de luz, ocasionando que el conductor saliera disparado de la moto destruida por el fuerte impacto.
Yo sin poder evitarlo, me cubro la boca con mis manos gritando a causa de la impresión que sentí, cuando vi como el conductor cayó al suelo rodando varios metros hasta terminar chocando contra la pared. En ese momento eran apenas las cinco de la mañana, ni siquiera había amanecido y todo a mi alrededor se encontraba desierto, dejando solamente al hombre que sufrió el accidente y yo. Es por ese motivo, que yo corro hacia su dirección porque puedo ver que ya se estaba haciendo un charco de sangre debajo de su cuerpo inconsciente ¡Debía darme prisa!, porque al ser la única persona que estaba ahí, no me iba a permitir dejar a ese hombre morir a pesar que era un lobo.
Cuando llegué hasta donde estaba él, pude darme cuenta que era enorme, quizás media más de dos metros porque su cuerpo se veía bastante grande tirado en el suelo, en fin, dejé de pensar en frivolidades poniéndome de rodillas, viendo que la herida principal venía de su pierna derecha. Como mi madre toda su vida había sido curadora, ella me había enseñado ciertas cosas, y aunque yo no tenía poderes curativos como los tuvo ella, si estaba al tanto de lo que se debía hacer en casos de hemorragias, es por eso que sin importarme nada, me rasgué la parte inferior de mi vestido, aprovechando que la tela vieja estaba débil, me hizo fácil la tarea.
Con la mayor rapidez que pude, saqué de mi bolso la navaja que decidí llevar conmigo hoy para defenderme en casos de emergencia, y con ella rasgué el pantalón donde estaba la herida ¡Por todos los dioses élficos! Ese hombre lobo estaba sangrando demasiado, si no me apresuraba él podía morir en ese instante, es por esa razón que rápidamente le hice un torniquete para detener la hemorragia, entre tanto mis manos se llenaban de su sangre, y cuando amarré su enorme pierna con fuerza, con la mayor rapidez que pude saqué de mi bolso unas cuantas hierbas curativas que siempre llevaba conmigo, para mi propio uso en casos de emergencia. Siempre iba preparada porque no sabía en qué momento un hombre lobo podía atacarme y herirme, sin embargo, en esta ocasión usé mis hierbas en él, haciendo un ungüento con mi envase de agua que siempre llevaba conmigo a causa de mi largo viaje diario, y así preparé una masa que le unté a la herida para ayudar a detener el sangrado, que prácticamente ya estaba controlado.
Un par de minutos después, yo respiré profundamente porque la hemorragia principal ya estaba bajo control, sin embargo, el hombre continuaba inconsciente. Medí su pulso y él seguía con vida; como nunca había estado tan cerca de un hombre lobo tan grande, aproveché para quitarle el casco, y al hacerlo me di cuenta que él tenía el cabello largo de color castaño, en su frente tenía una herida que sangraba bastante, es por eso que también le eché ungüento en esa zona, para después llamar a emergencias y así lo trataran debidamente. Después del tercer repique, ellos me contestan.
—Hola, buenos días, ocurrió un accidente de moto en la avenida Wilshire entre calle tres y dos, ¡por favor vengan deprisa! — digo con un tono de voz desesperado, sin dejar de observar al hombre lobo.
“¿El afectado fue un ciudadano lobo o un elfo?”
Cuando escucho esa pregunta frunzo mis labios porque sabía que, si ese hombre hubiese sido un elfo, ni siquiera me hubiese molestado en hacer esa llamada, porque sin duda alguna nadie vendría a ayudarlo. Una vez más, cuando recuerdo lo injusta que era la sociedad con nosotros, siento un nudo en mi corazón, pero decido hacer a un lado mis tontos sentimientos para responderle diciendo:
—Es un ciudadano, hombre lobo —respondo con un tono de voz serio.
“¿Categoría del ciudadano por favor”
En la sociedad donde vivíamos solamente los hombres y mujeres lobos se regían por categorías: ya que estaban los lobos betas, omegas, y los más importantes que eran los alfas. Los alfas corrientes, se caracterizaban por tener un anillo azul en su dedo anular izquierdo, que le indicaba al resto de la población su estatus, sin embargo, también existían sub categorías para los alfas, ya que, si el anillo tenía un rubí, significaba que ese alfa era de renombre. Yo rápidamente reviso la mano izquierda del hombre, dándome cuenta que ¡Era un alfa distinguido!, al instante trago saliva, diciendo:
—¡Es un alfa de alta categoría, señor! ¡su anillo tiene un rubí! —exclamo viendo atentamente a ese hombre que sufrió el accidente, al mismo tiempo que escuchaba la respuesta de la llamada de emergencias que decía:
“¡Iremos de inmediato!, si ha dado un falso testimonio será arrestada por mentirle a una entidad pública, una ambulancia estará ahí en cinco minutos”
Después de escuchar esas palabras, la persona que me contestó cuelga la llamada, y yo permanezco ahí, esperando a que vinieran por ayuda, viendo a ese alfa de alta estirpe. ¿Por qué habría chocado su moto?, era muy extraño, pero a pesar de eso prefiero no pensar demasiado, aprovechando que estaba muy cerca de él para sujetar su mano, ¡era enorme!, yo me veía demasiado pequeña a su lado. Y así mientras seguía esperando a que llegara la ambulancia, veo la hora en mi celular, dándome cuenta que aún estaba a tiempo, pero luego mientras estoy pensando en mis cosas, observo como el alfa distinguido comienza a moverse. ¡Estaba recobrando el conocimiento!, al parecer mis hierbas y cuidado había funcionado. El hombre abre sus ojos lentamente, yo me coloco frente a él viéndolo con atención dándome cuenta que tenía unos enormes ojos verdes.
—¡Ya vendrán por ayuda, señor, no se mueva puede que tenga alguna fractura!
Después de decirle esas palabras, trato de formar una sonrisa que nunca logra salir porque ahora que ese alfa estaba despierto, comencé a sentir el clásico temor que les tenia a esos hombres, sin embargo, él con sus ojos entrecerrados dice:
—¿Eres un ángel, estoy muerto?
Cuando él dice eso, yo formo una expresión de asombro en mi rostro ya que a pesar que el lobo tenía los ojos semiabiertos, todavía no estaba del todo consciente, es por eso que yo simplemente le sigo la corriente diciendo:
—S-Si… soy un ángel, ya está fuera de peligro —le respondo con timidez, en el instante justo que llega la ambulancia y los paramédicos.
Ellos lo primero que hacen es empujarme con violencia apartándome a un lado, para chequear al lobo viendo sus signos vitales, y como si yo no existiera, me levanto del suelo dejando que se lo llevaran mientras lo montaban en una camilla, ya que cuando ellos observaron el anillo con el rubí en el dedo de ese hombre, todos comenzaron a moverse con mayor rapidez. Cuando veo que se lo llevan, yo formo una pequeña sonrisa porque al menos hice mi buena acción del día sabiendo que de nada me serviría ayudar a un alfa, y mucho menos uno de clase alta, pero a pesar de todo me sentía bien conmigo misma, es por eso que ahora dediqué a ver mis manos, estaban con sangre seca del alfa, y parte de mi falda. Con el agua que tenía para mi consumo limpié mis manos y las zonas de mi piel que lograron mancharse, y así sin más vi la hora en mi celular viendo que ya eran las seis de la mañana.
—Todavía tengo tiempo, espero que el autobús no vaya muy full… —comento comenzando a caminar rápido, observando como las personas comenzaban a llenar la avenida, y los autos especialmente tripulados con lobos, ya empezaban a transitar dando a entender que el día ya había iniciado.
Y así, mientras yo iba a caminando a un paso apresurado como siempre, no tenía idea que ese encuentro con aquel hombre cambiaria mi lamentable vida para siempre.