2: ¿Y Ahora?

910 Words
Nunca en todos mis años de carrera, me había costado tanto trabajo dar la noticia del fallecimiento de un paciente. Cuando estudias medicina siempre te dicen que nunca se te olvida el primer paciente que se muere bajo tu cuidado sea por la razón que sea, pero si soy sincero, para mi esto esta siendo mucho peor que aquella señora mayor que llego un día en estado critico y por quien no hubo nada que hacer. Mis manos tiemblan como nunca al sujetar el picaporte de la puerta de mi oficina y casi con temor abro para encontrarme con Teresa y Lucia. La niña me mira tratando de obtener respuestas acerca de su madre y yo solo miro a Teresa —¿Nos dejas solos por favor?— Le pido amablemente y ella asiente para después levantarse del sofá y casi como si entendiera lo que ocurre, se marcha sin pronunciar una sola palabra.  Cierro la puerta cuidadosamente detrás de ella y me acerco a Lucia para agacharme frente a ella quien esta sentada en el sofá de dos plazas que tengo aquí y muchas veces es mi lugar de descanso —Murió ¿no?— Me pregunta la pequeña con su voz quebrantándose por el dolor y la angustia.  Me encantaría responderle que no, que se equivoca, que pude salvar a su madre y en cuestión de pocos días regresaran las dos a casa, pero eso sería una gran mentira —Te juro que lo intente todo Lu— Murmuro sin poder mirarla a la cara y agacho mi mirada —Tú sabes que lo que más quería era que tu madre te viera crecer, te lo prometí— Susurro y al levantar mi mirada, veo sus ojos negros llenos de lagrimas. —¡Mi mamá!— Exclama angustiada y tan solo se me ocurre abrazarla con todas las fuerzas que puedo para intentar consolarla, aunque sé que esto será prácticamente imposible.  —Llora mi niña, saca todo ese dolor— Le digo sintiendo como sus lagrimas se vuelven un torrente sin fin.  Lucia para mi representa el amor más puro que he llegado a ver en mi vida. Su madre no buscaba sobrevivir más que para que ella pudiera nacer y para que, aunque sea pudiera verla crecer algunos años. Cada año que le ganábamos a esa maldita enfermedad, era uno que podía ser feliz con su hija, y por eso para mi ellas dos siempre fueron y serán tan importantes —Me he quedado sola Marcos— Habla entre sollozos.  Lentamente hago que nos separemos un poco y acomodo su cabello castaño apartándolo de su dulce rostro —Lu, tu mamá me dejo una carta… sé que estas triste, que tal vez ni siquiera deba hablarte de esto ahora, pero quiero que sepas que me hare cargo de ti ¿de acuerdo?— Le explico lo más simple que puedo. —¿No me dejaras sola?— Pregunta bajito y niego. —Nunca ¿de acuerdo?— Le respondo y me vuelve a abrazar. —No quiero que me lleven a un orfanato— Habla angustiada y sé muy bien que lo dice porque ha visto a muchos niños en esa situación.  —No lo voy a permitir, te prometo que tú y yo vamos a estar juntos siempre, bueno si quieres, claro— Digo y la siento asentir. —Quiero… sabes que me gustabas para mi mami— Me dice como tantas otras veces y a pesar del dolor que siento ahora, una tímida sonrisa se dibuja en mi rostro. —Lo sé pequeña— Respondo y respiro profundo cuando alguien llama a la puerta —Adelante— Digo y al separarme de Lu, veo a Sofía. —Doctor, siento interrumpirlo, pero van a proseguir… no sé si…— Intenta decirme y sé bien a lo que se refiere. —Yo me encargo— Le dejo saber y vuelvo a ver a Lu —Oye, a tu mami se la tienen que llevar a otra parte… ¿quieres verla y despedirte de ella antes de eso?— Le pregunto y me mira con dudas.  —¿A otra parte?— Cuestiona.  —Si, recuerdas esa conversación que un día tuvimos acerca de salvar otras vidas y eso…— Le cuento y me mira de manera diferente.  —Si, ya lo recuerdo… le dije que me parecía raro—  —Lo sé, pero es un gesto bonito ¿Por qué no le das un lindo beso de despedida a tu mami para que se lo lleve al cielo? Ella te va a cuidar siempre, lo sabes bien ¿no?— Explico. —Lo sé, ella me lo dijo muchas veces. Cada vez que veníamos aquí se despedía de mi— Susurra.   —No sabes cuanto me duele que te haya tocado vivir esto mi niña— Digo triste. —¿Me acompañas a despedirme de ella?— Me pide y asiento.  —Por supuesto, vayamos juntos— Le propongo y la tomo de la mano para que así caminemos juntos a hacer una de las cosas más difíciles de la vida, despedirse de un ser amado, pero esto es muchísimo más difícil para una pequeña de nueve años que a pesar que sabía que su madre sufría una enfermedad que le podía costar la vida en cualquier momento, ha perdido a quien más amaba en este mundo y a la única persona que tenia aparte de mi. 
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