Capítulo 4
WILLIAM
Estaba verdaderamente nervioso al llegar a la clínica de fertilidad, me presente en recepción y debía esperar a que la famosísima Caroline White me atendiera.
Pasó alrededor de media hora cuando su asistente me hizo pasar a su oficina.
La doctora Caroline White era una rubia de buenos atributos y ojos azules.
Me habló sobre la misión y visión de su clínica y me mostró sus equipos, que eran los más modernos, así como el plan de tratamiento inicial.
Sabía que era tarde para realizarme los análisis, así que me citó para el siguiente día muy temprano.
Uno de los estudios que me debía realizar era la espermatobioscopía que consiste en eyacular en un frasco y el químico que procesa la muestra hace un conteo bajo el microscopio. Esta era la prueba que más ansioso me ponía, ¿Y si descubría que era estéril? No quería pensar en cosas malas, pero las posibilidades siempre existen.
Dijo que normalmente se entrevista a la futura madre de alquiler ya cuando tienen elegido el material genético a donar, pero en mi caso por ser un amigo de un amigo, me haría una excepción. Justo en ese momento, tenía a tres candidatas que habían ido a sus chequeos rutinarios en la clínica y creyó que era un buen momento para conocerlas. Y en el mejor de los casos, cerrar trato con una de ellas hoy mismo.
Todo sonaba tan irreal, todo solucionandose casi de inmediato, cuando conozco personas que han demorado meses en el proceso. No quise apresurarme por la emoción del momento.
Me entreviste con las tres chicas, parecían agradables, pero sonaban a vendedoras de productos por catálogo. Dos de ellas ya habían subrogado su vientre unas 5 ocasiones y la otra 3 veces. Se les notaba mas felices cuando mencionaban los miles de dólares que habían ganado por cada hijo.
Eso no me agrado para nada, me recordaron a los hornos industriales que solo hornean porque da dinero y no como los hornos de las panaderías tradicionales en las que aún hornean con sentimiento, con amor.
Lo sé, quizá compararlos con hornos de pan no es buena idea.
Quizá después de que tenga los resultados de mis estudios, me entreviste con alguna otra candidata.
Volví a casa alrededor de las 8 de la noche, la casa se veía más limpia que ayer, y tenía un agradable aroma a lavanda. Busqué con la vista a Elizabeth pero no estaba abajo.
Conforme subí las escaleras, la escuché cantando desde la habitación de huéspedes, era la canción rolling in the deep de Adelle.
Me acerque lentamente a la habitación y no la vi tampoco, su celular estaba en el buró y desde ahí sonaba.
Me acerque al baño silenciosamente y ahí estaba ella hincada en el piso tallando las manchas de moho acumulado por la falta de uso.
Toqué la puerta del baño con fuerza y ella se sobresaltó y gritó.
Del susto intentó pararse pero al estar jabonoso el piso se resbaló, iba a golpearse la cabeza con el excusado, pero fuí rápido y detuve su caída.
— Lo siento mucho Elizabeth, no quise asustarte
— Usted es tan sigiloso como un gato. Me ha dado un susto.
— Por cierto,¿Qué haces lavando el baño a estas horas?— Su cara se veía asustada
— Pues…¿Qué hora es?
— Pasado de las ocho.
— ¿Qué? Hay no, se me fue el tiempo, aun no he hecho la cena. Discúlpeme doctor.
— ¿Doctor? Por la mañana me llamaste por mi nombre.
— Lo siento, me había alegrado verlo y olvide que es mi jefe.
— ¿Qué estuviste haciendo que se te hizo tan tarde?— Pregunté mas por curiosidad no la estaba regañando ni nada por el estilo.
— Acomodando su habitación.
Ahora que lo pensé, no he entrado en mi habitación desde la tarde que me fui.
Salí de la recámara de huéspedes directo a la mía, quería ver lo que había hecho.
Entré y mi cama tenía sábanas y colchas limpias, la alfombra estaba aspirada, el piso de madera se veía reluciente y también olía a lavanda la habitación, había cambiado las cortinas y el baño de mi habitación tambien estaba limpio, los espejos y el vidrio de la puerta de la ducha estaba sin ninguna mancha.
Me sorprendía que de hecho hubiera podido hacer todo eso en el tiempo que yo me fui.
Además las cosas que había puesto como "trampa" para probar su honradez estaban todas justo en medio de mi cama, no faltaba una sola pieza.
Me sentí mal por eso.
Mientras yo estaba admirando las maravillas que hizo con mi cuarto, ella ya se había escabullido a la cocina, lo supe en cuanto el olor de los pimientos comenzó a llegar al piso de arriba.
Baje casi de inmediato para ver lo que estaba haciendo, la miré desde la sala de estar, se veía tan concentrada en lo que estaba haciendo.
La verdad para ser sincero, no la había observado con tanto detenimiento como ahora. Tenía su cabello n***o largo ondulado amarrado para cocinar, pero un mechón rebelde caía de su frente, tenia grandes pestañas que enmarcaban sus ojos color chocolate.
Sus labios eran finos pero carnosos, y tenía una bonita figura.
Ojalá la hubiera conocido en otro tiempo...bueno me reprendí por ese pensamiento, si la hubiera conocido antes, ella también sería mucho menor.
Después de unos minutos, la improvisada cena estaba servida, era un poco de la lasaña de la mañana y verduras salteadas con salsa de soya(pimiento verde, rojo, amarillo, champiñones, zanahoria, calabaza y germinado de soya) la verdad estaba bastante bueno.
Yo solía comprar comida hecha casi todo el tiempo, aunque procuraba que fueran lo más saludables posible.
Siento que me estoy acostumbrando mucho a esto. ¿Tan solitaria es mi vida?
Me despedí de ella, ya que tenía que madrugar para ir de nuevo a la clínica.
Tuve el impulso de darle un beso en la mejilla como agradecimiento por lo que hace en casa, pero ella me sorprendió al sujetar mi cara con sus manos y darme un beso en los labios.
Aunque después se disculpó diciendo que eran "viejas costumbres" y se veía bastante apenada como para mirarme a los ojos.
Le dije que no era nada y subí a mi habitación.
No negaré que me sentí como adolescente, fue una sensación similar a la de mi primer beso.
Pero aleje cualquier pensamiento hacia ella, al fin y al cabo apenas la acabo de conocer.
Madrugué para ir a la clínica. Cuando me fui aún estaba oscuro. Le dejé una nota a Elizabeth diciendo que llegaría tal vez después del mediodía y que llegaría visita. Había olvidado que contemplando que yo estaría de vacaciones en esta fecha, me había ofrecido a cuidar a los hijos de James, ya que él y su esposa irían a un curso todo el fin de semana.
Serían días bastante agitados cuidando de tres niños.
Las horas en la clínica transcurrieron rápido, preferí quedarme hasta tener mis resultados, afortunadamente salí bien en todos, hasta en el que me preocupaba.
— Es usted muy fértil señor Harris. Felicidades, usted podrá tener un hijo en cualquier momento, con cualquier mujer.—
La forma en que Caroline White lo dijo fue tan descaradamente coqueto que era evidente que se me estaba insinuando.
— Gracias, ¿Podemos continuar con el proceso?— Respondí tratando de que entendiera mi indirecta de no querer nada con ella
Se le notó molesta, es obvio que sus intenciones eran las de tener sexo conmigo, pero yo no soy asi. Yo soy una persona apasionada pero cariñosa y sentimental, no soy de los que suelen tener sexo casual, no me nace, debe haber un sentimiento por esa persona. Y a veces por eso James me dice que soy un anticuado.
Me entreviste nuevamente con otras madres de alquiler que se encontraban "disponibles" para incubar, pero me pasó lo mismo que con las de ayer.
Parecía que hablaban de los bebés como si fueran productos.
Entiendo que no deben encariñarse con los bebés porque luego ya no lo quieren dar a los "verdaderos padres" pero no me agrada, todas comparten esa característica.
Hable sobre la posibilidad de conseguir una madre de alquiler por mi cuenta y no hubo ninguna objeción. Solo hicieron un comentario un tanto racista que me molesto, ya que al tener ojos azules me dijeron que debía buscar un óvulo de una donante caucásica de ojos azules como yo para que no se "desperdiciara" mi buena genética.
Tenía ganas de largarme, pero recordé que era una conocida de Sara y no podía darme el lujo de hacer una rabieta.
Y de hecho eso es algo que no había pensado, una cosa es la que incuba el niño y otra la que se supone es la "madre biológica".
Ahora entendía porque era difícil, pero yo no quiero un hijo por catalogo ni que sea "armado" de fabricación con tantas características específicas, como el cabello claro y ojos azules. Se supone que en una familia tradicional no siempre te enamoras de una persona de tu mismo color de piel y tu hijo o hijos son una mezcla de ambos, y se emocionan durante el embarazo pensando a quién se parecerá, con la inseminación parece que desde antes de que se implante el embrión ya sabes que será un niño rubio de ojos azules. No hay factor sorpresa.
Estaba decidido, yo mismo me daría a la tarea de buscarle una mamá a mi futuro hijo y se que es un poco menos probable que la donante del óvulo sea la misma que lo incube, porque biológicamente sería suyo y si se arrepiente podríamos pelear la custodia del niño. Pero se que encontraré a la candidata perfecta, pero...¿Donde?
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Elizabeth
Me levanté temprano, eran las 6 de la mañana, pero el doctor William ya se había ido. ¿Que no dijo estar de vacaciones? Parecía que seguía trabajando. Vi su nota de que habría visitas diminutas todo el fin de semana y me preocupo un poco. No soy muy buena con los niños, no se como hacer que dejen de llorar. Aunque recuerdo cuando vivía con la señora Margaret, ella a veces cuidaba de niños más pequeños y yo le ayudaba, mi sueño era ser maestra de preescolar, pero no pude lograrlo.
Podría practicar con los niños que cuidare para saber si hubiera sido buena en esto o no.
Me bañe rápidamente y comí algo, debía tener la casa limpia de arriba a abajo, aunque se que con niños en casa será imposible que siga limpia el fin de semana, pero al menos tenía que dar una buena impresión a los papas, de que sus niños estarán en un lugar limpio y seguro.
Eran las 11 a.m cuando al fin terminé de limpiar, me di otra ducha y traté de ponerme algo decente, no tenía mucha ropa claro está, y me quedaba algo grande. Me pregunto si aun puedo ir a reclamar a la terminal de autobuses sobre mi equipaje perdido.
Pero de nuevo mi paranoia ataco. ¿Y si por buscar esa maleta doña Michell me encuentra? Siempre solía amenazar con que tenía contactos en cada rincón del país y que nos buscaría hasta en las alcantarillas si tuviera que hacerlo.
Trate de no pensar en eso, me puse unos leggins negros y una blusa manga larga color vino a la cual le hice un nudo por la espalda para que no se me viera tan grande.
Fui a la sala de estar y me senté mirando hacia la puerta, esperando a que sonara el timbre de la entrada. Estaba nerviosa.
¿Estas personas sabrían que el doctor no estaba en casa? ¿tendrán la confianza de dejar a sus hijos solos conmigo?
Justo eso estaba pensando cuando escuché que se activó la puerta del garaje, así que William...ejem. el doctor William había llegado.
Me sentí menos nerviosa de recibir a sus visitas con él en casa y no que solo me encontraran a mi.
Llego y me saludo. Mientras subía rápidamente a darse una ducha, él se quitó su camiseta desde la escalera y volteo a preguntarme algo sobre su ropa y no pude evitar comérmelo con la mirada, tenía el six pack marcado y vello en el pecho que lo hacía ver bastante sexy. Y también noté que tenía una bandita en el brazo, de esos que te ponen cuando te sacan sangre. ¿ estará enfermo? Soy curiosa pero tampoco quiero ser una entrometida.
Mientras él se bañaba, sonó el timbre y me puse nerviosa de nuevo. Pero fui a abrir, aunque primero pregunté quien era desde el intercomunicador.
— Buenas tardes, ¿Quien es?
— Somos James y Sara Murphy, somos amigos de tu jefe.
Abrí la puerta de inmediato y ahi estaban ellos, un señor que se veía como de la edad del doctor William, pero un poco mas bajo de estatura y un poco gordito, cabello n***o y ojos verdes, la señora era bastante bonita, era delgada como yo y mas alta que su esposo, tambien de ojos verdes y cabello castaño. Y traían de la mano a tres niños. Dos niñas y un niño, que era el más pequeño.
Los hice pasar, traían muchas cosas como si los niños se fueran a mudar a la casa de mi jefe para siempre.
Les dije que tomaran asiento y esperarán a que mi jefe terminara de ducharse, les ofrecí limonada fría y unos pequeños sándwiches que había preparado.
Me presenté con ellos diciendo que era la nueva sirvienta del doctor.
Aunque me sentía un poco incómoda con la mirada de ambos. ¿les habrá dicho el doctor que contrató como sirvienta a una prostituta?.
— Veo que la ropa te quedó grande.— Dijo la señora de pronto, para romper el hielo.
— ¿Era suya? — Pregunté y asintió mientras bebía su limonada
— Gracias por la ropa. Si, me queda algo grande. Pero no importa.
Era obvio que si sabían quién era yo, fueron los que ayudaron al doctor a conseguirme ropa cuando estaba en el hospital, se ve que son íntimos amigos.
Entonces el doctor William bajó a saludarlos, estaba vestido tan casual que parecía otro. Más relajado con unos shorts que dejaban ver sus bien trabajadas piernas, y una camiseta de lycra azul que marcaba todo su abdomen.
Los niños se veían felices al verlo y lo llamaron Tío William.
El despidio a sus amigos en la entrada, tardaron bastante rato charlando afuera, quizá era algo que yo no debía escuchar.
Me quede con los niños adentro. Se notaban bastante tímidos conmigo.
Les pregunté sus nombres y cuantos años tenían.
La más grande era Abigail, tenía 5 años, era gordita, de cabello castaño, rizado.
Después seguía Sophy de 3 años, con características similares a su hermana.
Y por último el pequeño James Junior, que tenía un año, era de cabello n***o como su papá.
Comencé a hacerles plática a los niños hasta que poco a poco fueron soltándose.
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William
— Hermano, no me habías dicho que fuera tan bonita. Digo, hay prostitutas que son feas.— Decía James, mientras su esposa le daba un gran pellizco en el brazo.
— ¡No seas grosero James!, no somos nadie para juzgarla. Es muy jovencita, su vida realmente debió ser muy dura para llegar a ese extremo. Yo la entiendo. Ustedes dos saben que yo me pagué la escuela de medicina siendo stripper y tu no tuviste nada en contra de mi pasado. ¿o si?, tu me amaste aun así y me aceptaste con todo y mi pasado. —Decía Sara un poco molesta con su marido
— Me da gusto que le estés dando una oportunidad para cambiar su vida, Willy.
La estuve observando, y se cuando las personas tienen dobles intenciones y ella se ve sincera. James y yo debemos irnos. Te encargo mucho a mis bebés, pero no dudes en llamar si sientes que se te salieron de control — Se despidió Sara.
— ¿Cómo te fue en la clínica? — Preguntó James ya desde su auto.
— Más o menos, no me ha convencido hasta ahora ninguna de las madres de alquiler. Pero Caroline dice que puedo buscar una por mi cuenta si así lo decido.
— Bien, suerte con ello, será igual de fácil que conseguirte una esposa. — Bomeó James.
Nos despedimos y entre de nuevo a la casa, y encontré a Elizabeth jugando con los niños, habían sacado sus crayolas y cuadernillos y los tenía dibujando mientras a James jr. Le daba de comer sopa, lo que me sorprendió porque el niño es muy quisquilloso para la comida.
Se veía linda dándole de comer como si fuera su hijo y volví a sentir esa sensación en el pecho, como una felicidad de pensar en una familia propia y entonces la idea de pedirle que fuera la madre de mi hijo cruzó mi mente