Rhory sentía como si un volcán en erupción estuviera ardiendo dentro de su cuerpo, con su lava deslizándose por cada rincón, incendiando todo a su paso. Un intenso deseo palpitaba en su interior, volviendo loco al humano con ello. Su mente estaba en las nubes, a pesar de que todo él se encontrara en el mismo infierno.
Por más que lo intentara, Rhory no lograba pensar con claridad ante el deseo, anhelo e intenso calor que recorrían su cuerpo. Lo único que había en su mente, era el constante deseo y necesidad porque su apetito s****l fuera atendido, quitándole el dolor a su paso al apagar ese incendio que lo consumía.
Y la única forma de aliviar todo el malestar, era con sexo. Que una gruesa polla grande y dura penetrara el cuerpo del humano y le abriera encajando a la perfección en su interior. Tocando ese sensible punto en Rhory que rogaba por ser golpeado con la suficiente fuerza como para llevarle la misma galaxia hasta él.
Y eso estaba mal.
Rhory sabía que hacer eso estaba horriblemente mal, pero ¿qué más se suponía que podía hacer cuando todo dolía tanto?
Lo más probable, es que cuando pudiera volver a todos sus sentidos, se arrepentiría de lo que había hecho, más con un completo extraño, por más apuesto que este fuera. Al menos, Rhory agradecía que la persona que estaba dispuesto a ayudarle era totalmente diferente a los hombres que le habían hecho aquello.
Las manos que estaban terminando de desnudar al humano eran completamente dulces, teniendo especialmente cuidado con cada movimiento, casi como si Maxwell temiera que pudiera lastimarlo con ello.
Tan pronto como el cuerpo de Rhory estuvo completamente desnudo, el lobo alfa se alzó y apreció la bella figura. Con su delgado cuerpo, las dulces curvas sutiles, su plano abdomen, perfectos muslos firmes, dulces clavículas y pequeños botones marrones endurecidos, al igual como esa goteante polla con aspecto rojo furioso.
El lobo de Max ronroneó en su mente, cautivado con lo que estaba observando. El humano era un dulce bocado que Maxwell quería devorar completamente.
Cuando esos ojos azul grisáceo observaron en su dirección, el hombre lobo gimió al apreciar como rodeaba su goteante m*****o para masturbarse en lo que le observaba, Max gimió bajo.
—Dulce bebé, eres tan sexy —exclamó, y agradeció mentalmente ya estar desnudo.
Las mejillas de Rhory se volvieron más rojas de ser posible, y a pesar de que se encontraba absolutamente avergonzado con lo que estaba haciendo, aun así, siguió deslizando su mano por endurecido eje sensible.
Sin poder solo observar, como un depredador a su presa, Max se acercó y Rhory gimió. Como obviamente el hermoso chico tendría dificultades para tomarle, el lobo alfa se subió a la cama y se ubicó entre las piernas de este. Sentándose en sus talones, Maxwell alzó una mano y acarició esa pequeña entrada que le daría el paso a ese dulce cuerpo.
Hipnotizado, el hombre lobo contempló como uno de sus dedos hizo su camino en ese dulce cuerpo, deslizándose lento pero contante. Balbuceos bajos y dulces gemidos escapaban del bonito humano, quien se retorció ante el pequeño invasor y agitó sus caderas en busca de más.
La mirada de Max se mantuvo atenta al rostro de Rhory mientras su dedo le penetraba, queriendo estar atento si en algún momento pasaba del placer al dolor o incomodes.
Cuando dos dedos empujaron profundamente en ese dulce cuerpo, el humano exclamó y su espalda se arqueó separándose de la cama.
—¡Sí! A-ahí~... —gimoteó Rhory y su pene disparó más semen.
Jadeante, el dulce humano cayó contra el colchón nuevamente y observó con pesar su eje, el cual solo descendió hasta quedar en una semi erección.
—¿P-por qué no ba-ja? —se quejó con lágrimas de frustración brotando de sus hermosos ojos.
El pecho de Maxwell se oprimió ante esas tristes lágrimas. Retirando sus dedos, el hombre lobo se inclinó cubriendo ese cuerpo pequeño. Apoyando sus antebrazos a los costados de la cabeza de Rhory, Max retiró esas brillantes gotas con sus labios, asegurándose de besar cada lágrima.
—Todo estará bien, corazón, solo dame unos segundos más y pronto me tendrás alojado dentro de tu cuerpo —prometió—. Solo ten un poco de paciencia, hermoso.
Los labios de Rhory se estiraron en un involuntario puchero y observó con brillantes ojos producto de sus lágrimas al lobo alfa.
—¿En s-serio? —preguntó.
Maxwell sonrió ante el dulce humano y besó castamente esos labios delgados y rosados.
—Sí, bonito, lo haré —prometió—. Por ahora, distraeremos un poco tu mente con más placer —anunció—. Abre tu boca para mí —ordenó.
Confuso, Rhory obedeció de todas formas. La sorpresa invadió al humano cuando el desconocido juntó sus bocas. La lengua de Maxwell se sumergió en esa dulce boquita y acarició con dulzura cada rincón, instando al bonito chico a participar también, moviendo sus labios y lengua juntos.
Maxwell bajó su mano derecha. Haciendo una parada en el abdomen del hermoso chico, capturó con sus dedos el semen de Rhory y luego la llevó hasta esa pequeña entrada. Lentamente, presionó dos dedos, deslizándose un poco más fácil, los movió causando que este emitiera dulces gemidos en su boca.
Alzando su mano, el hombre lobo capturó más semen y volvió a bajar, pero en vez de empujar dos dedos, Max presionó directamente tres de ellos.
Rhory gimió y movió sus piernas alrededor de ese gran cuerpo, atrapándole con ellas.
—S-se siente b-ien... —gimoteó en la boca del desconocido.
Maxwell sonrió y volvió a capturar esa dulce boca en un beso, esta vez aumentando un poco de intensidad, succionó la lengua del bonito chico en lo que le follaba con sus dedos. Inentendibles ruiditos sexys invadieron la habitación, alentando al hombre lobo.
Tan pronto como los dedos del lobo alfa se movieron con facilidad, Max los retiró y en cambio sostuvo firme su eje. Liberando esa tierna boquita, Maxwell observó ese bonito rostro.
—Puede que sea un poco incómodo en un principio, pero mejorará si te relajas —expresó.
El humano asintió distraídamente y alzó sus manos. Capturando el rostro de Maxwell, le atrajo para reunir sus labios nuevamente. Dejando que el dulce chico llevara torpemente el mando un momento, el lobo alfa presionó la cabeza de su polla en ese pequeño agujero y empujó.
Ya fuera por el afrodisiaco que hicieron beber a Rhory o por el desesperado deseo de este por ser llenado, su cuerpo fácilmente cedió ante la anchura de Maxwell, permitiéndole avanzar en su interior lento, pero de forma constante.
Gimiendo, las manos del bonito humano se deslizaron hasta el oscuro cabello de Maxwell y sus dedos se enredaron en este, jalando ligeramente en lo que el hombre lobo seguía invadiendo su cuerpo sin presura.
Para cuando todo su m*****o estuvo profundamente enterrado en ese apretado y dulce cuerpo, Maxwell tuvo que luchar contra el deseo de empujar sus caderas con desesperación. Se sentía tan bien, tan perfecto, tan cálido. Esas tiernas paredes se aferraban tan bien a la gruesa polla del hombre lobo que este tuvo que tomarse unos segundos.
Era algo vergonzoso de admitir para Max, pero si se movía, acabaría vergonzosamente rápido y eso no era lo que el bonito humano necesitaba en ese instante. El chico necesitaba una dura polla que lo follara hasta que el efecto del afrodisiaco dejara su cuerpo, no un pene débil tras llenarle con su semilla.
"Fóllalo" Susurró su lobo en su mente.
"Espera un jodido momento, se siente demasiado bien" Se quejó Maxwell.
Quejándose, las piernas de Rhory se movieron encerrando el cuerpo del hombre lobo con ellas y gimoteó en su boca.
—Por f-avor... Amgh~... M-muévete —suplicó.
Y j***r, fue tan difícil para Maxwell negarse, que su boca cubrió la del humano y le besó en el mismo instante en que movió sus caderas. En un principio, el hombre lobo mantuvo un ritmo lento, pero contaste, saliendo hasta la mitad y luego golpeando ese trasero.
Eso pareció funcionar para Rhory en un primer instante, pero luego su cuerpo se adaptó a ese grosor que le penetraba y se volvió codicioso, pidiendo más.
El humano solo necesitó emitir un sonidito angustioso a través de su boca, que seguía siendo besada, y esas caderas respondieron golpeando con más fuerza. Maxwell siguió sacando su endurecido eje hasta la mitad, pero ahora entraba de golpe en ese perfecto cuerpo, con la suficiente fuerza como para que el satisfactorio sonido de pieles chocando llenara la habitación, haciendo una perfecta armonía con los gemidos de Rhory.
Con cada empuje que daba Maxwell, más codicioso se volvía el hombre lobo, aumentando su ritmo un poco más, embistiendo con más fuerza. En un punto el cuerpo del hermoso humano no pudo resistir sus poderosas embestidas y se comenzó a deslizar por el colchón.
Gruñendo, Max empujó sus brazos bajo su cuerpo y sus manos se aferraron a esos delgados hombros para sostenerle y así impedir que el chico se deslizara con sus embestidas. Sus golpes se volvieron más duros con ello y Rhory gimoteó de placer puro, con sus uñas arrastrándose por esa firme espalda.
El intenso calor provocó ese conocido cosquilleo divertido en el vientre bajo del humano, seguido una especie de corriente excitante bajó por sus testículos.
Un profundo grito escapó por aquellos delgados labios. El cuerpo de Rhory se tensó y los dedos de sus pies se retorcieron, mientras que las uñas de sus manos se enterraron profundamente en la piel de Maxwell.
Maxwell soltó una especie de gimoteo y gruñido al sentir como esas paredes se aferraban a su pene y golpeó profundo antes de detenerse. Jadeante, enderezó ligeramente su cuerpo y contempló al bonito humano.
Su hermoso rostro estaba completamente ruborizado y brillaba por el sudor. Sus ojos se encontraban cerraros y sus labios entreabiertos. Manchas de semen ensuciaban parte de su mentón y había más rastros de este hacia abajo.
Siguiendo el camino, Max contempló como ese bonito cuerpo luciendo pecaminosamente sexy con su propio semen manchando su piel. Su m*****o había perdido parte de su dureza y no lucía ese furioso tono rojo en su glande, el cual seguía brillando por el líquido pre-seminal que se reunía por ese pequeño orificio.
Escuchando un pequeño ruidito, el hombre lobo alzó la mirada para contemplar justo en el momento en que esos parpados se levantaban, revelando aquellos ojos de inusual tono azul grisáceo, en donde el izquierdo preservaba más el azul, mientras que en el derecho el gris, creando una hermosa combinación singular.
—¿Te sientes mejor? —preguntó.
Rhory lamió sus labios y asintió despacio.
—¿Quieres que me detenga?
El horror pasó por los ojos del humano e inmediatamente movió sus extremidades para volver aferrarse al cuerpo que se cernía sobre él.
—N-no me dejes —pidió abrazándole con fuerza—. S-se... T-te sientes b-ien... —gimió bajito—. Y a-un me s-siento raro —expresó preocupado.
Una gran sonrisa se extendió por el rostro de Maxwell, ya que él tampoco tenía deseo alguno de abandonar ese perfecto cuerpecito dulce. Se sentía tan bien entre sus brazos, que realmente el hombre lobo no quería soltarle nunca, era como si... Encajara perfectamente con él.
Como si... Perteneciera ahí, entre sus brazos.
—O-oh~... —gimoteó el dulce humano—. Está volviendo —se quejó.
Bajando la mirada entre sus cuerpos, Maxwell contempló como efectivamente, el m*****o del humano lentamente comenzaba a mostrar interés otra vez. Observando ese bonito rostro, Max besó su nariz llamando su atención, logrando que esos hermosos ojos observaran en su dirección.
—¿Intentamos otra posición? —preguntó—. Quiero poner mis manos sobre tu cuerpo —reveló.
El deseo apareció en esos bonitos ojos y el humano asintió sin siquiera dudarlo.
Emocionado con la idea, el hombre lobo retrocedió y sacó su polla de ese perfecto interior. Por supuesto, ambos se quejaron con el movimiento, pero Maxwell inmediatamente se movió tomando asiento cerca de la cabecera. Recargándose en esta, se acomodó y luego observó al dulce chico.
—Móntame mostrándome tu espalda —indicó.
Mordiendo su labio inferior, Rhory obedeció y se alzó montando a horcajadas el cuerpo del lobo alfa, solo que en vez de ir de frente, le mostró su espalda tal cual como le pidió,
Una de las manos de Maxwell inmediatamente fueron a esa perfecta cintura para guiar al humano a sentarse, mientras que la otra se mantuvo alrededor de su eje, manteniéndole firme hasta que Rhory estuvo completamente sentado en él.
—Eso es, corazón —gimió Maxwell—. Ahora, ven aquí.
Atrayendo ese pequeño cuerpo para que se apoyara en su pecho, las manos del hombre lobo inmediatamente se deslizaron por el frente. Acariciando desde ese suave estómago hasta esos pequeños botones, Maxwell jugó con ellos, logrando que el dulce humano se estremeciera de placer.
Por instinto, Rhory comenzó a mover sus caderas, encontrándole rápidamente el gusto.
—Eso es, cariño —gimoteó Max, arrastrando su rostro por el cuello del humano—. Puedes saltar t-también —indicó, consiguiendo que siguiera sus palabras.
Gruñendo, Maxwell besó ese tierno cuello y apretó esos pequeños pezones. Gimoteando, cuando una mano se deslizó a su endurecido eje, Rhory comenzó a follarse a sí mismo con desesperación, masturbándose en aquella mano cada vez que se levantaba y penetrándose cada vez que caía.
El repentino deseo de empujar sus caderas golpeó a Maxwell. Cuando el humano inclinó su cabeza dándole más acceso a su cuello, el lobo de Max saltó al frente.
"¡Nuestro! ¡Elegido!" gritó con toda su fuerza.
La sorpresa bañó a Maxwell, y luego, como si su animal tomara el control por un momento, separó más sus piernas, sus brazos rodearon firmemente el cuerpo de su pareja y empujó sus caderas sin piedad alguna. Su dorada mirada recayó en ese tierno cuello y abrió su boca con sus dientes cambiando ligeramente.
Rhory gritó al sentir dolor en su cuello tras recibir una fuerte mordida y luego gimoteo por el intenso placer que le invadió con dicho movimiento. Alcanzando su deseado clímax, pequeños lamentos escaparon de su boca al sentir como esa perfecta polla seguía golpeando en su interior hasta que una cálida sustancia llenó su interior. Y tan pronto como esta se detuvo, una lenta pero constante presión apareció en su interior, como si algo estuviera creciendo y presionando su próstata, logrando una combinación de perfecta de placer y dolor que lo acabó completamente.
Eso se sentía demasiado bien.