En el segundo piso de su agencia, parado cerca de la barandilla, pero lejos del alcance de cualquier persona, Maxwell observaba con atención como su dulce chico bonito tomaba clases con el señor Liu sobre como caminar y posar correctamente en una pasarela, junto a los mellizos y otros modelos más. Pero lejos de estar concentrado en las instrucciones de aquel humano, Rhory parecía sumergido en sus pensamientos. Y el hombre lobo daría lo que fuera, por averiguar lo que estaba perturbando la mente de su elegido. Esa mañana, tras haber ido a recoger a su pareja, Maxwell apenas y si pudo controlar a su lobo tras contemplar otro golpe que empeñaba la belleza de su dulce elegido. Su animal exigía sangre por aquellos idiotas que osaron dañar a Rhory, e incluso en ese momento, este seguía furios