Luego de un largo día lleno de distracciones, tan pronto como el auto de Max se detuvo frente a la mansión de los Lafferty, Rhory no estaba exactamente muy seguro de entrar. Pero tenía que hablar con su padre para ver si averiguó sobre aquella llamada, y más importante, descubrir con quién estuvo hablando Liliana realmente esa mañana. Quitándose su cinturón de seguridad, observó a Max. —Gracias por traerme. —Dije que lo haría —le sonrió dulce—. Sabes que puedes volver a llamarme si ocurre algo, ¿cierto? No importa la hora. —Lo sé —asintió—. Pero no creo que lo haga, dudo que vuelva a ocurrir lo de anoche —explicó. Rhory observó la duda en los ojos del hombre lobo, pero aun así, Max no preguntó nada y asintió. Inclinándose hacia los asientos traseros, Maxwell cogió una de las bolsas y