Maxwell no era exactamente el hombre más feliz del mundo en ese instante, y su lobo estaba compartiendo su pésimo humor.
No podían culparlos por tener un humor de mierda, después de todo, no habían podido compartir ni un solo momento con su dulce chico bonito, más que en la mañana que le acompañó al médico. Aun estando ambos bajo el mismo techo.
Luego de haberle dejado en el estacionamiento de su agencia, el hombre lobo había utilizado la otra entrada personal que lo llevó directamente en su oficina, en la cual estuvo todo el maldito día encerrado trabajando.
Antes, Maxwell habría sido el hombre más feliz de la tierra por haberse mantenido ocupado de tal forma, pero en ese momento no podría detestarlo más. Cualquier cosa que lo mantuviera alejado de su elegido era digna de odiar, realme
