Oriana necesitaba hablar con su novio. No podía invitarlo a su cuarto sin tener que tolerar uno de los interminables sermones de su madre en los cuales le explicaba sobre la decencia de la mujer y le recordaba que eso de encerrarse en un cuarto sola con un hombre no era apropiado, aunque se tratase de su novio. Sin embargo esta situación ameritaba soportar a su madre porque su relación con Fernando corría riesgo de desmoronarse si es que ella no arreglaba el asunto. Había repasado mentalmente todo lo que ocurrió en el Hotel Costa Verde e intentó recordar qué frases fueron dichas y en qué momento. Ideó alguna respuesta para ellas, pero nada le aseguraba que la charla fuera a terminar bien. Su novio haría preguntas que no sería capaz de responder. La única alternativa que le quedaba era most