CAPÍTULO OCHO Kate entró de nuevo a la sala de interrogación lo más calmada que pudo. DeMarco estaba con ella y aunque ella, también, estaba irritada, había aceptado que Kate condujera el segundo interrogatorio. De manera similar, Barnes estaba también al pendiente en su oficina, despachando unas llamadas de interés local. Kate se sentó frente a Jeremy, sin mostrar expresión alguna. Desde ya podía afirmar que Jeremy estaba nervioso, y sus ojos iban y venían entre Kate, DeMarco, y la.superficie del escritorio que los separaba. —Las buenas noticias es que eres un mentiroso muy convincente —dijo Kate—. Las malas, que no eres particularmente brillante. Jeremy no dijo nada. Continuó sentado allí, luciendo anonadado, esperando ver adónde llevaría Kate la conversación. Esta sacó el viejo cel