La Esposa de los 180 días -Completa-

Las Vegas

LA ESPOSA DE LOS 180 DÍAS

Escrita por: Ana Martínez Osorio 

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Las Vegas, el lugar más indicado para hacer una tontería y el lugar menos indicado para que un tonto como yo venga a vacacionar, pero no pude evitarlo, mi mejor amigo en el mundo se casa y debo complacerlo. Así que mientras me pongo un poco de mi perfume favorito,One Million, y me veo en el espejo, estoy listo para salir y divertirme como nunca  —te ves increíble Tristán  — digo mientras señalo el espejo con un dedo y luego bebo un poco del whisky que previamente me había hecho antes de comenzar a vestirme. 

Tomo mi cartera, cuento las tarjetas que traigo en ella, el dinero que acabo de cambiar de euros a dólares, y luego de ponerme ese saco fino que me compré hace dos semanas atrás, salgo de la habitación de mi suite para empezar la fiesta. Tan sólo pisar el pasillo me encuentro a Iñaki, mi mejor amigo, quien viene bailando con una copa de champaña  —¿listo mi hermano?  — me dice feliz  — aprende de esta despedida porque cuando te toque, será igual o mejor  — y brinda conmigo. 

  —¿Por qué todos dan por hecho de que pronto le pediré matrimonio a Bego?  — le digo y él sonríe. 

 —Porque es el destino amigo, es el destino, y ella lo sabe. La otra vez ella y Pastora estaban comentando sobre el vestido de novia que se compraría para la ocasión  — y yo me río. 

 —No hablemos nada de esto ¿quieres?  — le pido  — mejor disfrutemos tu noche y olvidémonos de todo, que no venimos desde España hasta acá para hablar de eso. — 

Iñaki y yo volvemos a brindar y luego caminamos por el pasillo para bajar en el elevador y juntarnos con el resto del grupo que ya nos esperan con unas copas de más. Para este gran evento se contrató una limusina y aunque mi queja fuera de que no hacia mucha diferencias de las que teníamos en casa, supongo que Las vegas y las limusinas van ad hoc al ambiente de la despedida de soltero. 

 —Venga Tristán  — me dice él al verme un poco desanimado  — que disfrutemos este día que dentro de unos meses estará igual que yo y después... ¡La morte! — me dice en francés. 

 «La muerte, comparado con lo que pasaré no se me hace mala idea» pienso mientras tomo otro sorbo de whisky, que después pasó a tequila, a champaña y finalmente a no acordarme de nada.