THELMA —Nunca me dijiste adónde íbamos—. Le dije mientras conducía. —Se supone que no—Me dijo. —¿Se supone que no?— Repetí. —Sólo espera y verás—. Me dijo haciendo que me calmara. —Nunca me has hablado mucho de ti...— Me interrumpí jugando con mis uñas. —En realidad no hay nada que contar—. Me dijo —¿En qué trabajas?— le pregunté. —Negocios. Bueno esa fue una respuesta obstinada. —¿Por qué eres así? —¿Así cómo? —Tan... ¿cerrado? —No lo estoy.— Me dijo. —Lo estás. —Tal vez.— Me dijo. Tendremos que arreglar eso entonces. Después de unos minutos sentí que el coche se detenía y él se bajaba. Estaba a punto de abrir mi puerta, pero sentí que la empujaban hacia atrás. La puerta se abrió de nuevo y vi a Nicolau con la mano extendida. —No abras tus puertas cerca de mi—. Dijo mien