THELMA
—¿Oyes eso, cariño? Tu noviecito está en camino—Me dijo. Me agarró las piernas frotándose entre ellas mientras me acariciaba la cara.
—No me toques—Dije apartando mis piernas de él.
—Puedo decir que eres preciosa. Cuando te vi por primera vez en aquella subasta supe que no eras para él. Deberías estar con un hombre de verdad, con poder de verdad, no con alguien que lo ha heredado todo de su padre. ¿Ves que yo mismo construí toda esta mafia? Sólo necesito una mujer guapa como tú a mi lado—. Sonrió satisfecho.
—Ni siquiera lo conoces. ¿Quién eres tú para decir nada de él? Y si le pones una mano encima te juro que... ¿Que harás qué? ¿Golpearme con tus brochas de maquillaje?— Se rio cortándome el rollo.
—Apenas lo conoces. ¿Por qué lo defiendes tanto?— Me preguntó. Me quedé callada
