NICOLAU —¿Cómo está el pequeño bribón?— preguntó Marco entrando en mi despacho. —No lo sé... Thelma dijo que ayer se durmió llorando y no ha salido de la cama desde entonces—. Suspiré. —Pobre niña. No sé cómo lo consiguió, probablemente mintió y dijo que era alguien que conocías o para quien trabajabas. —Conocemos todas las caras por aquí, deberían decirme que alguien viene por las puertas antes de dejarle pasar—. Dije. —Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿Sobre Sierra?— Preguntó. —Nada.— Le dije. —¿Nada?— Repitió. —No cruzará esas puertas ni volverá a acercarse a Lu. No me importa dónde esté o qué esté haciendo. Mientras no se acerque a mi hija no es mi maldito problema—. Le dije. —¿Y si intenta algo? Ya sabes lo escurridiza que es—. Me recordó. —Entonces estaremos preparados para ello