Aquellos días lejos de Sasha habían sido una tortura para Sol y más sabiendo que su familia estaba pasando por un momento tan difícil. Sasha le había contado que su cuñada había fallecido, pero como siempre le había omitido ciertos detalles. Al principio ella pensaba que lo hacía a propósito, pero con el tiempo se dio cuenta que solamente le costaba abrirse y demostrar lo que sentía. Sol y Estrella se quedaron en la mansión de Sasha tal y como él le había pedido. El chofer las llevaba y traía de la ciudad para no cambiar sus rutinas. Estaban cómodas, pero ambas echaban de menos su pequeña casita y estaban deseando volver a ella. Una casa tan grande sin las locuras de Sasha no era igual de divertida para Estrella, que cada vez lo extrañaba más. –¿Mami cuando regresa mi papi de mentirita?