Sasha tenía delante un caballete con un cuadro en blanco que pretendía pintar, pero lo único que hacía era jugar con el carboncillo entre sus dedos, manchándolos de n***o. Normalmente su mente era un universo lleno de inspiraciones, con tan solo tener un papel en blanco y un bolígrafo era capaz de dibujar maravillas, pero en aquel momento lo único que tenía en su cabeza eran las curvas de la stripper. Él no dejaba de pensar en ella y se negaba a pintar cualquier detalle de aquella mujer.
Él reloj parecía que iba lento, Sasha no dejaba de mirarlo deseando que las horas pasaran lo más rápido posible, porque estaba dispuesto a regresar al club durante la noche. No iba a permitir que una stripper se hiciera la digna con él, más que nada porque para Sasha ella no podía ser diferente de las demás. De repente escuchó su teléfono móvil sonar y puso los ojos en blanco porque ya sabía quién era, entonces decidió contestar la llamada para que Frank lo dejará en paz de una buena vez.
–¿Qué quieres Frank? –Preguntó Sasha resoplando con fastidio y escuchó la risa de su amigo al otro lado.
–Amigo quien te llegue a escuchar ahora mismo, no diría que has pasado la noche con una mujer con experiencia y que seguramente sabrá como volver loco a un hombre en la cama. –Bromeó Frank y Sasha puso los ojos en blanco mientras que se acostaba en su sillón mirando el carboncillo que tenía en las manos. –¿Qué pasa hermano, la chica no era buena profesional?
–No sé si será buena profesional Frank, pero te puedo decir que es muy selectiva con sus clientes. –Escupió Sasha apretando los dientes, enojado y escuchó a su amigo reírse.
–¿Qué quieres decir con selectiva Sasha?
–¡¡Pues que no ha querido pasar la noche conmigo!!–Exclamó Sasha escuchando la carcajada al otro lado de la línea.
–¿Dime que esto es una broma? –Se burló su amigo. –¿Me estás diciendo que una stripper ha rechazado al mayor conquistador de Nueva York?
–Sí ríete todo lo que quieras. Seguramente el humo del escenario la habrá intoxicado o puede que dar tantas vueltas en la barra le habrá dejado mal de la cabeza…yo qué sé Frank, pero te aseguro que esto no se va a quedar así.
–¿No estarás pensando en volver al club verdad?
–¡Sí volveré al maldito club, a ver si esa loca ya tiene las ideas claras! –Afirmó Sasha con determinación, recordando cada detalle de Sol.
–Sí que te ha gustado la stripper hermano, jamás te había escuchado hablar así de una mujer, aunque solo estés molesto. Normalmente olvidas cualquier mujer que se cruce en tu camino cuando sale el sol.
–¡No seas ridículo Frank, solo quiero que ella sepa quién es Sasha Hoffman!
Horas más tarde, Sol estaba cambiando las sábanas de la pequeña cama de su hija Estrella, que con apenas cinco años intentaba ayudarla como si fuera una niña mayor.
–Ya sabes que debes obedecer a Rosa, mi amor y rezar antes de dormir.
–Sí mi general! –Contestó Estrella mirando a su madre con una hermosa sonrisa.
–¿Veo que te has tomado muy enserio esto de ser del ejercito verdad? –Preguntó Sol levantando a su niña en brazos que se abrazó al cuello de su madre.
–Sí mamá, quiero protegerte, entonces algún día seré soldado.
–Y no lo dudo, sobre todo sabiendo que has heredado el carácter de tu madre. –Se rio Sol llevándola al salón de su pequeña casita, para dejarla en la mesa y que terminará sus deberes, cuando escuchó el timbre de la puerta, entonces Sol se fue a abrirla.
–¡Hola Rosa, gracias por llegar antes hoy! – Saludó Sol a su vecina, que se quedaba con Estrella mientras que ella trabajaba en el club por la noche.
–Ay Solecita no tienes que agradecer, nada me hace más feliz que cuidar a tu pequeña Estrella. –Habló Rosa compartiendo una mirada cómplice con Estrella. –En verdad hasta prefiero que te vayas antes, es muy tarde la hora en la que sales de casa y Nueva York es un peligro durante la noche.
–Tranquila Rosa que yo sé defenderme, ahora me voy que necesito llegar prontito. –Se despidió Sol de su hija y de Rosa y salió de la casa para caminar hasta la parada de autobús.
Sol llegó al callejón donde estaba la entrada trasera del club, por donde entraban los empleados, sin darse cuenta de que, en la esquina de la calle principal, Sasha estaba sentado sobre su moto observando cada uno de sus movimientos. Sol sacó de su mochila un tupper con comida y se acercó a un sintecho que vivía en aquel callejón con sus dos perros.
–¡¡Buenas noches, Sean!!–Saludó Sol al hombre que esbozó una enorme sonrisa al verla.
–¡Mi Solecita, cada día brillas más! –La saludó Sean y Sol le entregó el tupper.
–Te he traído la cena, espero que te guste. –Habló Sol con una sonrisa satisfactoria y Sean recibió el tupper encantado.
–Me encanta todo lo que cocinas Solecita, te echaré de menos el día que no tengas que volver a este lugar, pero estoy deseando que pase. Una mujer tan buena como tú no debería estar aquí. –Habló Sean mirando la puerta del club con disgusto y Sol se encogió de hombros.
–Es lo que hay por ahora Sean, así que de momento me encargaré de engordarte. –Afirmó y entró al club.
Sol vistió el conjunto de lencería que tanto odiaba, pero esta vez de color rojo y después se preparó detrás del escenario para entrar.
–Al parecer tenemos aquí a un hombre masoquista nena. –Habló Claudia que era otra stripper del lugar y la mejor amiga de Sol.
–¿De qué estás hablando Clau? –Preguntó Sol frunciendo el ceño y Claudia señaló con la mirada al hombre tan hermoso que estaba sentado en una de las mesas delante del escenario. –No puede ser…–Murmuró Sol al ver a Sasha, porque estaba segura de que después de haberlo pegado, ella jamás volvería a verlo.
–Te has ganado un fan, nena. –Habló Claudia empujándola al escenario al ver que Sol se había quedado aturdida.
Sol bailó en el escenario evitando mirar en la dirección de Sasha, que parecía desnudarla con la mirada, y él sentía como su erección se despertaba con tan solo verla bailar.
Sol no sabía porque estaba nerviosa, no era el primer hombre que se obsesionaba con ella, pero era el primero que llamaba su atención. La chica llevaba años sin sentir nada por ningún hombre, pero el imbécil que la había tratado mal era el hombre más hermoso que había visto y no podía evitar que sus piernas se hicieran mantequilla cuando veía aquellos ojos de depredador observándola.
Cuando Sol se bajó del escenario se fue a dar un paseo por el club, como ordenaba su jefe que hiciera por lo menos tres veces en la noche, antes de encerrarse en el camerino. Cuando de repente aquel hombre enorme se cruzó en su camino, impidiendo su paso y su voz tan ronca la hizo estremecerse.
–Quiero un baile privado. –Sasha pronunció estas palabras que debían haber sonado como un pedido, pero para Sol fueron como una orden.
Sol miró aquel hombre como si estuviese loco, estaba claro que era el típico que no aceptaba un NO como respuesta, pero ella se consideraba una experta en saber como colocar a ese tipo de hombres en su lugar.
–No hago bailes privados, pero seguramente alguna de mis compañeras puede darte lo que quieres. – Contestó Sol esquivándolo para seguir con su vuelta rutinaria por el club, pero Sasha se interpuso en su camino una vez más.
–No te quieres venir conmigo a un hotel, no haces bailes privados. ¡¿Pero tú que eres la santa de las strippers?! – Escupió Sasha indignado porque no entendía a lo que estaba jugando aquella mujer.
–Puede ser y si quieres ahora mismo te traigo una velita para que puedas rezarme. – Contestó Sol con sarcasmo llevándose las manos a la cintura forzando una sonrisa.
–Prefiero follarte y si posible bien duro. –Espetó Sasha apretando los dientes y la sonrisa de Sol se borró. La chica pensó que aquel hombre no tenía papas en la lengua a la hora de decir lo que pensaba.
–Pues ya te dije que eso no pasará amigo, así que ve a buscar a otra que te alivié las pelotas. – Respondió Sol inclinándose hacia adelante, pero no pudo evitar sentir su olor y pensó era embriagante, entonces volvió a apartarse para mantener alejado malos pensamientos. – Estoy segura de que tendrás a unas cuantas que quieran abrirse de piernas para ti, entonces ve a buscarlas porque conmigo te vas a quedar con las ganas.
–¡¡Te dije que estoy dispuesto a pagarte lo que me pidas, entonces no entiendo porque insistes en hacerte la difícil!! – Gruñó Sasha con rabia.
–No me interesa tu dinero, no hago este tipo de servicios y no pienso decírtelo otra vez. Ahora déjame en paz. – Replicó Sol intentando apartarse de él, pero Sasha la agarró del brazo.
–¡¡Deja ya tu jueguecito, porque no soporto ver a mujeres como tú intentando hacerse las dignas, cuando sabemos perfectamente que no eres ninguna santa!! – Habló Sasha con indignación y Sol pudo ver una gruesa vena tensa que bajaba por su cuello perdiéndose dentro de la camisa negra, después subió la vista para mirarlo directamente a los y se soltó de su agarre con brusquedad.
–¡¿No sabes nada sobre mí y te atreves a juzgarme solamente porque trabajo en este lugar?! – Exclamó Sol molesta y Sasha sonrió con sarcasmo. – Puede que baile casi desnuda encima de este escenario, pero esto no significa que me vaya a abrir de piernas para el primer estúpido que intente comprarme.
–¡No intentes engañarme, sé muy bien cómo son las mujeres como tú! – Escupió mirándola de arriba abajo y Sol bajó la cabeza haciendo un gesto negativo.
–¡Ya, ya entiendo por dónde vas! – Habló Sol mirándolo a los ojos y Sasha frunció el ceño con incomprensión. – Déjame ver si adivino. Una mujer te vio la cara de tonto, te ha dejado traumatizado y ahora te crees que somos todas iguales, que solo queremos romper tu lindo corazoncito. Eres de esos, ¿verdad? – Indagó y Sasha la miró molesto porque no podía negar que de cierta forma era cierto. – Pues déjame decirte algo amigo, las demás no tenemos la culpa de que tuvieses el dedo podrido a la hora de elegir con quien te metías y no, no somos todas iguales.
–Puede que no sean todas iguales, pero estoy seguro de que tú no formas partes del porcentaje que marca la diferencia. – Susurró Sasha cerca del oído de la chica.
Sol lo empujó con rabia, pero entonces vio la cara de su jefe entrando al club e intentó controlarse porque sabía que no podía buscar problemas con los clientes. Entonces Sasha giró la cabeza para mirar en la misma dirección que la chica y después la miró con curiosidad pensando que había encontrado una debilidad en la chica, alguien al que sí parecía temer.
Sol forzó una sonrisa amable cuando su jefe la miró para que no se diera cuenta de lo que estaba pasando y se acercó a Sasha que la miraba intrigado.
–No vuelvas acercarte a mí y si lo haces te juro que romperé tus dos huevitos en varios trocitos, así que si quieres ser papá algún día mantente alejado de mí enfermo. – Murmuró Sol entre los dientes y Sasha sonrió con picardía.
–Tarde o temprano vas a caer, esto te lo prometo. – Contestó Sasha y después se apartó de ella marchándose del lugar.
Sasha salió del club y golpeó la pared que tenía más cerca con más rabia. Estaba frustrado y no podía medir el tamaño de su frustración, entonces pensó que debería buscar algo de distracción para aquella noche y se marchó al antro que tenía más cerca.
Después de terminar su turno laboral Sol comenzó a recoger sus cosas maldiciendo en voz baja, porque no podía olvidarse de las últimas palabras de Sasha y sabía que sí él continuaba frecuentando el club terminaría buscándole problemas con su jefe.
–Parece que tu acosador te ha dejado tocada nena. – Murmuró Claudia entrando al camerino y Sol giró los ojos.
–Es un imbécil con un ego muy grande. – Contestó Sol molesta y su amiga se rio.
–Pues yo espero que no sea lo único grande que tenga. – Replicó Claudia riéndose y Sol le tiró uno de los disfraces en la cara poniendo los ojos en blanco. –¡¿Qué?! No me digas que no te has fijado en lo sexy que es.
–Aunque fuese el hombre más guapo del mundo tanta prepotencia borra todo su encanto. – Habló Sol recordando las veces en las que Sasha le había asegurado que ella sería suya sí o sí, como si fuera una mujer fácil. – Además, ya sabes que no puedo tener más problemas Claudia y un acosador ahora no me viene nada bien. La última vez que tuve problemas con un cliente Armando subió muchísimo mi deuda. – Murmuró con preocupación y su amiga se acercó a ella para abrazarla.
–Verás que podrás pagar esa deuda y abandonar este lugar nena, solo debes tener fe. – Habló Claudia intentando reconfortarla.
–Después de seis años es muy difícil tener fe Clau, tengo miedo de que mi hija crezca viéndome trabajar en este lugar. – Habló Sol sentándose en la silla del tocador mirándose con tristeza en el espejo.
–¡Esto no pasará! Además, Estrella sabe muy bien la madre maravillosa que tiene y que eres capaz de hacer cualquier cosa por ella. Puedes estar segura de que tu niña sabrá valorar todo esto nena. – Habló Claudia apoyando la barbilla sobre el hombro de Sol que esbozó una tierna sonrisa.
Sol se marchó a su casa y como siempre lo primero que hizo fue darse una buena ducha para quitarse de encima todo el olor de aquel lugar que tanto odiaba. Después Sol se tomó una taza de café con Rosa antes de que la mujer se marchará a su trabajo.
Rosa se despidió de Sol antes de irse a su trabajo y después la chica se fue a la habitación de su nena.
Sol se sentó en la cama de su hija observándola dormir agarrada a un avioncito de guerra que era su juguete favorito, después se acomodó a su lado y dejó un beso en la cabecita de Estrella.
–Por ti soy capaz de todo mi amor, porque sin ti no tengo nada. – Susurró y después se quedó dormida al lado de su hija, sabiendo que tenía apenas un par de horas para descansar antes de despertar a Estrella para llevarla al cole y después irse a su al trabajo que tenía de camarera en una cafetería.
Al otro lado de la ciudad Sasha estaba acostado entre dos mujeres mirando el techo. Sasha giró la cabeza para ver a una de ellas, que tenía la cabeza sobre su hombro y se movió despacio para apartarse de ella. Después Sasha bajó la mirada a su entrepierna viendo como la otra chica tenía la mano en su miembr* como si quisiese protegerlo y Sasha levantó una ceja mirándola con curiosidad, entonces agarró la mano de la chica con la punta de los dedos suavemente para apartarla de su bien más preciado y después se levantó despacio de la cama para no despertarlas, aunque estaba deseando echarlas de su casa para quedarse solo.
Sasha se fue directo al baño para darse una ducha y respiró profundamente mientras que el agua caía sobre su cabeza intentando quitarse de encima aquella frustración que se negaba a abandonarlo.
Después de salir de la ducha Sasha caminó desnudo por el salón de su departamento con sus cabellos todavía mojados. Se preparó una copa de whisky y salió a la terraza de su departamento para ver el amanecer.
Cuando los primeros rayos de luz empezaron a aparecer Sasha no pudo evitar pensar en aquel nombre que parecía haberse quedado grabado en su cabeza y murmuró para sí mismo.
–Una stripper que va de mujer digna, este será un desafío muy divertido y seguramente el mejor de mi vida.