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Max estaba enojado, las enfermeras no querían darle información sobre Mérida, ese hospital era disciplinado, y solo darían respuestas a los familiares, incluso habían llamado para notificarlos. Max estaba desesperado, frustrado, sabía que en algún momento aparecería alguien preguntando por ella, ya estaba preparado para encontrarse con ese hombre: su gran rival. Un hombre alto, moreno, de complexión atlética, se acercó a la recepción, parecía angustiado, —Buenas noches, necesito información sobre Mérida Epstein. —¿Es familiar? —Soy su esposo —espetó con rapidez —¿Tiene alguna credencial? El hombre mostró su carnet, lucía nervioso, la mujer asintió —Bien, llamaré al doctor para que le de información, espere un momento. James se quedó ahí de pie, sentía que era una olla de nervios