Preguntas que no puedo responder

1438 Words
Niego, sintiendo como si el tiempo se congeló a nuestro alrededor y solo estamos él y yo moviéndonos sin movernos. El agarre en mi hombro arde como jamás creí que ardería, me quema y se siente como si fuese hierro caliente en mi piel. Mi corazón late con fuerza, siento que el aire me falta y aunque me grito que debo moverme no puedo hacerlo. —Hasta que por fin te encuentro, Adara. Su voz se oye en calma, pero es una farsa. Él está mintiendo. —No me toques… —musito. —Me abandonaste —declara con ese tono de voz que en tres meses me enamoró, ignorando por completo mi petición—. Te fuiste, desapareciste y me dejaste. —Tú lo hiciste primero. —Yo regresé —dice mordaz—. Yo volví a nuestra casa y no estabas. Yo regresé por ti, Adara. —Yo no quiero hacerlo por ti como p**o por tu generosidad, así que no esperes las mismas acciones de mi parte —escupo con rabia y dolor. —¿Acaso se te olvida que sigues siendo mi esposa? —pregunta con desdén—. ¿Acaso no recuerdas que me perteneces desde que firmaste ese papel? ¿Olvidaste la cláusula, Adara? ¿Lo que sucederá si te niegas conmigo a regresar? «Por favor no...» No refuto, no le doy respuesta, aunque está más que clara en mi cabeza, porque sus preguntas soltadas con arrogancia son suficientes para que yo recuerde el poder que le di a este hombre por amor. —¿Está todo bien? Por reflejo volteo a mi izquierda al oír la voz de Cameron cerca, aún con la mano de Benedict en mi hombro derecho. —¿Y tú quién eres? El tono molesto no pasa desapercibido para mí. La ira en sus palabras, causan que dentro de mí una ira que estaba dormida despierte porque ¿con qué derecho le pregunta eso? Él se fue, él me engañó, él me mintió. Mis sienes palpitan, mis manos pican y desvío mi cabeza hacia el frente, decidida a ser yo quien responda a su pregunta. —Mi novio —digo sin que me tiemble la voz—. Cameron es mi novio. —¿Novio? «¿Acaso lo oigo dolido?» —Sí, mucho gusto. Mi nombre es Cameron Bolton y soy el novio de Adara, ¿y usted quién es? —Benedict Walton, el esposo de Adara Walton, la mujer que es tu novia. Mis piernas no dejan de temblar. —Ah, usted es el hombre que la abandonó por la modelo. —Cameron, por favor… —le suplico sosteniéndole el brazo—. Vámonos. —¿Qué carajos fue lo que dijiste? Benedict está tan cerca de mí, que puedo sentir la energía oscura que emana de él. Avanzó un paso para enfrentar a Cameron, lo que ha causado que la distancia en nosotros dos ya no exista y aunque estoy con mi cabeza erguida y mi vista al frente, solo quero suplicarle que se aleje. Incluso, he dejado de sostenerle el brazo a Cameron para posar mi mano en su pecho y así poder contenerlo. —Lo que oyó, señor Walton —responde muy tranquilo, mientras que yo siento que me desmayaré en cualquier momento—. Y me encantaría quedarme a seguir conversando con usted, pero mi novia y yo tenemos una cita. —Adara no irá contigo a ningún lado —dice con firmeza. —Si iré, Ben —hablo al fin, sintiendo cómo el nudo en mi garganta se vuelve más fuerte—. Así como tú te fuiste por tres meses con… ¿Penélope Balk? —inquiero—. ¿Era ese su nombre? —Lo que sea que oíste es… —Lo que sea que desees decirme, lo harás frente a mi abogado, Benedict —dictamino. —¿Abogado? Yo no pienso darte el divorcio, Adara. «¿Por qué lo oigo dolido? ¿Acaso es mi estúpido corazón por la conmoción de oírlo nuevamente después de haber pasado un año desde que lo abandonamos?» —Según yo, como el abogado que soy, usted tiene que hacerlo, aunque se niegue, señor Walton. Cometió infidelidad, ¿se le olvidó? —Y según yo, ¿quién carajos pidió tu opinión? —gruñe y yo empujo en poco al sentir que se acerca más—. Adara sabe lo que le conviene, así como sabe que debe volver a mí, aunque no quiera, ¿verdad mi amor? Ella sabe muy bien que conmigo tiene una conversación pendiente… Siento su ancha mano sobre la mía. Me duele, me altera, me desequilibra por completo sentirla nuevamente después de un año. Esto es demasiado, esto es mucho que procesar, por eso, aparto mi mano de su pecho como si me quemase y terminando de acortar la distancia, siendo guiada por mi instinto, por su presencia, me planto frente a él con mi cabeza alzada dispuesta a que me mire a la cara. Pero antes de hacerlo, le pido a Cameron que me otorgue unos minutos a solas y aunque se niega, accede a mi petición. No volteo, solo oigo sus pasos, alejarse de mí. —¿Él te ha hecho daño? Si el te ha tocado, Adara, te juro que lo mato. «¿Pero qué rayos le pasa? ¿Acaso se ha vuelto loco? ¿Por qué me pregunta estas cosas? Ni siquiera pienso responder a su pregunta tan fuera de lugar. Aquí el único que me ha hecho daño es él» —¿Quieres hablar? —inquiero, sintiendo como la pregunta en mi boca amarga más de lo que me imaginé, pero no deseo esperar respuesta—. Muy bien, Benedict, nos vemos mañana en la casa. —Sin abogados. —Yo no necesito abogados para hablar contigo, Ben. —¿Por qué tienes gafas negras? Tus ojos son muy hermosos para ocultarlos detrás de unas gafas, Adara... —murmura, y mi corazón se desemboca al sentir su mano acariciando mi mentón—. Me dejaste sin darme derecho a réplica. «¿Qué réplica? ¿de qué rayos está hablando? Él no me otorgó nada a mí, él solo me arrebató mi alma, mi corazón, mi pureza, para decirme luego de que pagaría por el resto de mi vida su dolorosa perdida» —El derecho lo perdiste cuando te fuiste a esa isla con ella, además, ¿por qué te duele? Tú mismo me dijiste que no me amabas y que jamás me amarías, Benedict, ¿por qué seguir con tu venganza en mi contra por algo que no cometí? Al final, terminaste matándome sin siquiera enterrarme el puñal… —aparto su mano de mi mentón—. Yo sé lo que te firmé, yo sé el poder que te di, y aunque consideres que con eso ganaste, de igual forma no cambia nada para mí. —¿Eso qué significa? —Mañana lo sabrás —retrocedo—. Ahora por favor, por hoy déjame en paz. Con mi mentón en alto me quedo mirando donde sé que está. Me duele el alma, no lo negaré, me duele demasiado porque creí que lo había superado, creí que estaba el sentimiento enterrado, pero no es así. Siento los brazos de Cameron, sé que es él, porque reconozco lo suave de sus manos y también su voz pidiéndome tener cuidado con el escalón. Los dos caminamos hacia el auto, ingreso y le agradezco que me ayude a sentar sintiendo el peso de su mirada aun cuando no lo estoy viendo. Me ajusto el cinturón de seguridad con mis manos temblorosas, oigo cómo Cameron ingresa al auto y al estar en movimiento, me apresuro a voltear en su dirección. —Cameron, lo lamento, yo no debí decir que éramos novios sin preguntarte. Yo… —Responde una cosa, Adara. —Lo que sea —me apresuro a decirle. —¿Aún lo amas? El silencio se hace presente, aprieto mis dientes con fuerza, incluso, aprieto el cinturón con fuerza. Siento cómo al fin las lágrimas retenidas salen de mis ojos rodando por mis mejillas y aunque me gustaría responderle, simplemente no puedo porque el nudo en mi garganta es tan fuerte, que me cuesta hacerlo. Todo lo que viví con Benedict fue una mentira de su parte impulsado por su sed de venganza, pero lo mío fue real, mis sentimientos fueron genuinos, leales y fuertes hacia él. Y tanta es la fuera de los mismos, que me cuesta responderle la pregunta al hombre que, por casi un año, se volvió para mí algo más que un amigo.
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