Esperó hasta que el Duque se sentó del otro lado. Entonces, volvió la cabeza hacia él. —Vine temprano— comunicó Ilesa—, porque no soportaba la idea de perder un tiempo que podía pasar con Rajah y Che-Che. Lanzó un leve suspiro. —Voy a echarlos mucho de menos cuando vuelva a casa. —Como estoy seguro de que ellos la echarán de menos a usted— añadió el Duque. —¡Ellos lo tendrán... a usted! —Y yo voy a echarla de menos también. Se hizo el silencio. Luego, y debido a que Ilesa comprendió que el Duque estaba meditando, levantó la mirada hacia él. —Me estaba preguntando— dijo el Duque en voz baja— qué vas a hacer respecto a nosotros. Ilesa se quedó inmóvil. —Yo... no sé... lo que usted... quiere decir... con eso— musitó después de un momento. —Creo que sí lo sabes— repuso el Duque—. Me