Cuando tu cuerpo te dice que el dulce no se puede comer, no te lo comas. Aquel sábado termine mis galletas a tiempo mientras llevaba a Chloe al futbol. Ella estaba en un equipo mixto por lo que se podían ver tanto a niños como niñas jugar juntos. Ya me había hecho amiga de los otros padres de los niños pues eso me ayudaba a mi repostería a obtener nuevos clientes. A cada padre le entregue una bolsita con varias galletas acercándome al hombre que estaba sentando a la distancia. —Hola, tu debes ser otro de los tíos de Oliver —comente entregándole una galleta sonriéndole. Aquel hombre parecía ser alto pues sentando se veía, tenía una gorra, una leve cicatriz en la mejilla derecha y unos ojos tan negros como la noche, este me miro por unos segundos de manera indescriptible algo que me hizo