Prólogo

675 Words
Carter Rogers estaba harto de su compañera de apartamento, una hermosa chica llamada Madison Chapman; su "pesadilla personal", "molestia" y "dolor de cabeza", entre otros calificativos usados por el poco paciente castaño. La razón era no sólo por el hecho de que la consideraba una mujer insufrible a la hora de tratar de entablar una conversación y ponerse de acuerdo, sino porque desde el principio, ella había admitido no estar interesada en chicos como él. "¿Como yo? ¿A qué rayos se refiere con eso?", pensó irritado. Poco tiempo pasó para darse cuenta de qué hablaba la chica, quien parecía demasiado mojigata a su parecer porque se escandalizó cuando supo que su compañero de apartamento era un mujeriego de lo más descarado. Ese fue uno de los primeros motivos de su enemistad, añadiendo el poco respeto que tenía el chico por las cosas de los demás. —No me digas que no puedes conseguir una copia o algo así, eso debiste pensarlo antes, ¿no? —atacó el castaño cuando fue encarado por Madison, una chica que nunca dejaba de decir lo que pensaba—. Tengo mi ritmo y mi modo de ser y te aguantas, no tengo la culpa que en todo un m*****o año no hayas podido encontrar dónde vivir. Ese fue un golpe duro para ella, porque no era que no quería irse lejos, sino que no tenía los medios para hacerlo. "Estúpido niño rico, ¿hasta cuándo te vas a reír de mis escasos recursos?", apretó los puños, conténiendose de cometer una locura. De pronto sintió que su pálido rostro, producto de la situación que estaba viviendo, se coloreaba de enojo. —¡Idiota! —gritó enfadada. —¿¡Idiota yo!? ¡Entonces no sé qué demonios serás tú! —gritó el chico castaño. Los dos jóvenes se encontraban discutiendo en el gran salón de un lujoso apartamento, perteneciente al muchacho. Todo empezó por un pequeño accidente de Carter, quien había tirado sin querer unos documentos que Madison necesitaba para presentar la semana siguiente en el hospital de Londres. —¡Ugh! ¡Me estás hartando, Rogers! —dijo yéndose por el pasillo principal. —¿En serio? ¿¡Quieres que discutamos también para saber quién está más harto, Chapman!? —dijo siguiéndola rápidamente. Madison se dio la vuelta. Estaba roja por la rabia y furia que le recorrían en esos momentos todo su cuerpo. —¿Sabes qué? ¡Ojalá no hubiera conocido ese m*****o día a tu hermano! ¡Así esto no estuviera pasando ahora ni nunca! —le gritó a la cara a un castaño muy cabreado. Después, se encerró de un portazo en su habitación. —¿Sabes qué? ¡Si no lo hubieras conocido, estarías ahora mismo en la puta calle! ¡j***r! ¡Ojalá no hubiera bebido aquella vez! —dijo dando un puñetazo en la pared, al lado de la puerta de Madison. Esta se encogió sobre sí misma mientras se sentaba en el suelo, apoyada en su puerta. "¿Por qué? ¿Por qué acepté vivir con un imbécil como Rogers?", pensó, entre molesta y entristecida. Carter apoyó su cabeza en la pared, pensando: "¿Por qué? ¿Por qué me dejé engañar tan fácilmente? ¿Por qué acepté vivir con una molestia como Chapman?" Ambos tenían la respuesta y sabían la razón: Andrew Rogers, el hermano mayor de Carter. Se odiaron casi desde el primer instante y así estaban un año después de aquel encuentro y el principio de aquella resignante y molesta relación de compañeros de apartamento. "No quería ni recordarlo… ¿Por qué no la eché desde un principio? Porque me pareció hermosa… ¿Y eso qué? También me pareció molesta desde que la conocí y no la eché… ¡j***r, todo esto es por culpa de mi hermano y por caer en su trampa para parecerle mejor persona!", pensaba él, molesto. "¡Se acabó! ¡Me largo de aquí! ¡No aguanto más!", exclamó la chica con lágrimas en los ojos.
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