Al día siguiente, la empresa de los Belmont estaba en pleno ajetreo matutino. Empleados iban y venían, ocupados con sus tareas cotidianas. Dominic estaba en su despacho, intentando concentrarse en sus responsabilidades, aunque su mente seguía revoloteando alrededor de los eventos de la noche anterior. La confrontación con Juliette y Telma había dejado un sabor amargo, y no lograba sacudir el sentimiento de inquietud. Fue entonces cuando recibió una llamada de la recepcionista de la empresa.. —Señor Belmont, hay un hombre aquí para verlo. Dice que es un viejo conocido —dijo con voz profesional. Dominic frunció el ceño, no esperaba a nadie. —¿Cuál es su nombre? —preguntó, sin mucho interés. —Se llama Fabricio Luka. El nombre provocó una reacción instantánea en Dominic. Una mezcla