El sol brillaba en lo alto del firmamento, el cielo se veía de un azul intenso y estaba en su máximo esplendor con la llegada del mediodía y a pesar de esa asombrosa vista el frío hacía que Seth se frotara las manos cubiertas por los gruesos guantes. Sentía que se perdía entre aquella fila de guardaespaldas mucho más experimentados que él y aunque le hubiera gustado entablar conversación con alguno de ellos, ninguno le dirigió la mirada, quizá esa era la forma de comportarse de aquellos hombres, así que simplemente volteó a ver a la persona que le tenían encomendada y a quien era su objetivo: el señor King. Sandy se encontraba esquiando con su padre, ya que él cuando se encontraba en su tiempo libre tenía por tradición ir a pasear con su hija. Ella se lo estaba pasando muy bien, aunque de