Como de costumbre, yo me encontraba en la terraza del edificio donde ya hace tiempo había estado viviendo con Luisa, mi mejor amiga.
Siempre subía por aquellas escaleras metálicas hasta llegar a ese lugar que consideraba propicio para reforzar mis estudios ya que, en cierta manera nunca me he considerado una estudiante super dotada y quería mejorar, aunque también subía allí porque me gustaba reflexionar y estar un rato a solas por las tardes, incluso hasta la llegada de la noche.
La belleza del crepúsculo me dejaba fascinada con todo su encanto natural.
Ahí sentada, me preguntaba si algún día lograría de una vez por todas dominar toda la magia que mi ser albergaba en mi interior.
Algo me decía que, con mucho esfuerzo y dedicación podría superarme a mí misma para poder lograr sentir
