Ninguno de los dos sabía con exactitud cómo, ni en qué momento habían llegado a tal situación. Habían estado reuniéndose en la oficina de su lugar de trabajo por motivos importantes: una investigación y búsqueda pendientes de hace tiempo, que la misma Dafne incentivó. Llevaban horas trabajando y sin notarlo las altas horas de la noche los sorprendió. De repente estaban ahí, viéndose a los ojos con sus comisuras arqueadas hacia arriba por lo bien que estaban disfrutando la compañía del otro. En medio de pequeñas bromas y un sinnúmero de sonrisas, Darío había acercado su rostro al de Dafne, quien no hizo nada para apartar aquella cercanía que estaba deseando más de lo que su rostro podía reflejar, aunque el brillo en sus ojos y aquel tenue rubor de sus mejillas comenzaban a evidenciarla. Te