Aquellas tardes de verano las recuerdo muy bien, siempre hacía un calor infernal y un día de clases se sentía más largo y pesado que el anterior; encima de todo, tenía una idea en mi mente que me hacía distraerme un poco del trajín de los cursos de secundaria. Resulta que quería comprarle un regalo a Candy, mi vecina y novia desde hace poco tiempo. Este fin de semana se cumpliría un mes de haber regresado de visitar a sus padres, quienes no están del todo de acuerdo de que ella viva en un apartamento con Lisa, su amiga, quien antes vivía sola. Yo quería a toda costa que dicho regalo fuera una sorpresa y tenía que ir lo más pronto posible, ya que hace un par de días ví un peluche de un conejo blanco; ella adora el tema de los conejos blancos, así que de inmediato me pareció que sería de s