Capítulo 2

2923 Words
Me detengo antes de dar la vuelta en la esquina, tengo una rara sensación desde que salí del café y también ahora que mi turno en la clínica ha terminado, me giro para ver a mí alrededor, pero las calles están desiertas. El frío de otoño traspasa la vieja chaqueta y cala mis huesos, el escalofrío aumenta la sensación que tengo, pero me obligo a reprimirlo y camino más deprisa rumbo a la casa de Jessica. La hora ha llegado, por suerte tuve una buena escusa para que Laura cubriera mi turno en el MUNBAI. ¿Que pensaría si supiera lo que estoy a punto de hacer?... Estaría decepcionada de mí, como yo lo estoy ahora. Llego diez minutos tarde y Jessica ya me está esperando exasperada fuera de su casa, ella ya se encuentra lista, con un hermoso vestido strapless color azul. —¡Catherine, odio la impuntualidad! —Señala su reloj Gucci de diamantes, mientras pega al piso con sus zapatillas de satin —Discúlpame... Apenas salí de la clínica y... —Alza su mano para callarme. —Mejor entremos. —Camina hacia el interior de la casa y empieza hablar mientras yo la sigo por detrás—. Lo primero que harás es asearte muy bien... Ven, ocuparas uno de los baños de arriba. Sigue y subimos las escaleras hasta entrar a un cuarto, donde lo primero que noto son las prendas de ropa esparcidas por la cama, las observo, la mayoría son de colores oscuros, de cuero, redes y encaje. ¿Va a hacer que me ponga eso? Me señala la puerta dentro de la habitación, supongo que es el baño, por lo que entro sin preguntar. El baño es igual de hermoso que el resto de la casa, estoy demasiado nerviosa para fijarme en los detalles, así que me meto a la regadera y empiezo por enjuagar mi cabello, tiene muchos productos en la encimera, algunas cremas y aceites, otros enjuagues y acondicionadores, prefiero no usar ninguno solo lo habitual, después de unos veinte minutos, ya estoy envuelta en una toalla frente al espejo. Resoplo cabizbaja —Tu puedes hacerlo Catherine, es solo sexo, si sexo con un tipo asqueroso —me hablo como si supiera algo y en realidad no se nada, va a hacer mi primera vez. ¿Es conveniente que le diga a Jessica ese insignificante detalle? Tal vez podría decirle al que me escoja que no sea tan brusco conmigo, decido quedarme callada, ya es demasiado vergonzoso hacer esto para también decirle que no tengo ninguna experiencia carnal. Tomo aire y exhalo antes de salir del baño, encuentro a Jessica mirándose al espejo, en cuanto nota mi presencia se gira y me observa sonriente. —¡Si que eres chula! —Me escudriña de pies a cabeza y me sonrojo—. Ven aquí. —me jala del brazo colocándome enfrente de la cama—. Ponte esto y esto también. Me pasa unas bragas de encaje color negras, son sumamente pequeñas, no creo poder estar cómoda con eso, después me da un ombliguera negra de organza, la fina tela dejara ver mi torso completo, es más que evidente que mi sostén se verá con eso, y para rematar me entrega una míni falda de cuero. —Pontelos. —Me ordena. —¿No crees que la ropa sea demasiado...? —Ladea la cabeza ofendida. —Cat, los hombres tienen que escogerte y si no ven carne no se interesaran, así que no repliques y solo pruébatelo. —Acepto. No me queda de otra, espero un momento para que salga y pueda hacer lo que me pide, pero solo me mira expectante. —Yo... ¿Puedes darme un poco de privacidad? —Le pido. Alza una ceja ofendida. —Como quieras, pronto te olvidarás del pudor. —Sonríe y sale de la habitación dejándome a solas. Me dejo caer sobre la cama, miro la ropa y vuelvo a suspirar con pesadez, lo que tengo que hacer por el bendito dinero. Ladeo la cabeza y suelto un mohín nada convencida, esto es demasiado provocador, Dios, la mini falda aprieta mucho mis piernas y trasero, aparte de ser diminuta, estoy segura de que si me agacho se verá todo y ni se diga de las bragas. Como dije, toda mi parte superior se trasluce través de la organza, mostrando casi por completo mi sostén n***o, esto va a hacer muy incomodo. —Te ves espectacular —dice Jessica detrás de mí, se acerca y estira su mano—. Ten —me enseña un par de pequeñas capsulas. —La miro atónita, no creerá que va a drogarme. —No quiero... Digo... Quiero estar en mis cinco sentidos —le pido y sonríe divertida. —¡Tonta, no es lo que piensas! —me toma el brazo y me deposita en la palma de la mano las dos pequeñas cápsulas, una color azul y la otra blanca. —¿Y esto para que? —levanto la azul entre mis dedos y la observo curiosa. —No te espantes, es solo por precaución, hay algunos clientes que no les gustan las preparaciones iniciales y van justo al grano, esto te ayuda mucho con el dolor. —¿Que no me espante? Vi como mi cara perdía su color frente al espejo—. Tranquila, son pocos los que hacen eso. Se suponía que mi primera vez sería con alguien a quien amara y ahora iba a hacer cruelmente violada. Me llevo mi mano hasta mi trasero, si esta era para el dolor. ¿Entonces esta? Tomo la blanca. —Esa es la más importante, es un anticonceptivo. —Joder. ¿Que más faltaba? ¿Una para levantar el libido? Ojalá hubiera una, por que no creo poder con esto—. Como te lo dije antes, pero esto es casi con todos, nos les gusta usar condón. —¿Y que pasa con las enfermedades? No quiero contagiarme de algo —digo preocupada y ella me toma del hombro negando. —Pedimos estudios clínicos a todos nuestros clientes. Mis chicas son premiun, no son cualquier mujersuela que ves parada en una esquina, así que yo entrego calidad y ellos tiene que brindarla igual. No te preocupes. —Menos mal, pero entonces... —A mi no me has pedido ninguno estudio, como sabes que yo no... —Ríe por lo bajo, negando de nuevo. —Puedo ver tu inocencia a kilómetros de distancia, eres virgen ¿no es así? —yo asiento viendo su reflejo—. Es por eso que por ti cobrare mucho más, ahora sabes por que te pagué tanto. Serás un manjar para quien te escoja. Tranquila, yo te cuidaré. —Jessica suena como una madre que cuida a sus hijas, obvio una verdadera madre no seria capaz de venderlas de esta forma, pero tengo que admitir que sus palabras me tranquilizan un poco. Extiende un vaso de agua hasta mí, lo tomo tragando las pastillas y luego el agua. Me quita el vaso de las manos haciendo que me sienta en una silla, aún frente al espejo, pone varias cosas en el tocador, todo es maquillaje, sombras, labiales y los nervios empiezan a crecer de nuevo. Después de unos cuantos minutos se retira y deja que me observe. —Estoy... —No se, como decirlo—. Diferente. Mi piel parece de porcelana, aunque sin maquillaje no cambie mucho, mis ojos son los que no reconozco. Jessica ha usado una sombra bronce con un tenue delineado en el lagrimal, mis labios se ven aún más rellenos de lo que ya son, y mi cabello está pulcramete en ondas que reposan sobre mis hombros y espalda, soy bonita lo reconozco. —Esta bien Kang... Si, todo está listo... Llevaremos a siete chicas, si sé que pidieron seis, pero tengo a un nuevo prospecto. Estoy segura de que funcionará... Esta bien, te espero en cinco minutos. —Jessica termina de hablar por teléfono y me mira con su sonrisa engreída, ella es la jefa. Salimos cuando el claxon de una camioneta nos avisa que han llegado por nosotras, salgo primero viendo como un chico alto sale de la parte delantera del vehículo. Me mira de arriba a bajo arqueando sus cejas sugerentes, desvío la mirada avergonzada, no estoy acostumbrada a que me observe de esa manera. —Alto ahí jovencito —llama Jessica a mi espalda. —¿Es ella? —Él chico me señala con el dedo, sorprendido y sonríe—. Tienes razón, va a funcionar y muy bien —dice mientras me observa sin pudor. —Basta de pláticas Kang. ¿Y las chicas? Kang se dirige a la puerta lateral de la camioneta y la abre dejando ver a las personas que están dentro, son seis chicas vestidas con ropa reveladora, parecida a la mía. Todas nos sonríen o le sonríen a Jessica, no lo sé, pero devuelvo el gesto. —Arriba. —Me señala la camioneta y camino hasta entrar y sentarme en uno de los asientos, todas parecen un poco confundidas, así que las saludo con la cabeza. —Vaya, eres nueva. ¿No? —me pregunta una de las chicas con cabello rojo, parece simpática y le sonrío como respuesta—. Mucho gusto soy Natalie. —Me extiende la mano y no dudo en tomarla. —Mucho gusto, soy Catherine. —Ellas son Hani, Ava , Arin, Samanta y Lili. —Señala a todas y asienten al escuchar sus nombres. La chica de cabello naranja la recuerdo por las fotos de Jessica, ella me mira recelosa. Es Samanta. —¿Porque si pidieron seis llevas a una más? —pregunta Samanta con tono enfadado, mientras no quita su mirada de mi. —Catherine es nueva, quiero al menos mostrarla esta noche para futuros encargos. —Miro a Jessica a lado mío y me guiña un ojo, ¿futuros?... Solo estoy aquí por una vez. —Entonces si la escogen a ella, una de nosotras se quedará sin paga. ¿No es así? —Jessica rueda los ojos y la mira intimidante. —¡No! —dice fuerte—. Todas tendrán su paga, trabajen o no está noche. —Su asombro me dice que ella no es la clase de jefa que acostumbre a regalar su dinero—. Pueda que alguno de los clientes quiera tener un trío. ¿No?. —Lo dudo —habla la chica de cabello castaño, Ava dijo que se llama—. He trabajado antes con el señor Frank, sus amigos son muy agua fiestas, solo hablan de trabajo y ni se diga de su líder, el señor D'marco es un amargado de primera. Las veces que he ido no ha escogido a nadie, es como si no fuéramos suficientes para él, la verdad me sorprendió mucho cuando Jessica dijo que querían a seis de nosotras. —Como sea, ellos pidieron seis con uso o sin el tienen que pagar —Jessica dice segura y todas asentimos. El resto del camino la pasamos en silencio, cada quien mentalizándose para lo que nos espera. Al menos yo lo hago, tal vez ellas ya no lo necesiten, deben estar acostumbradas. Hablaron de un Frank y un D'marco, me pregunto como serán, pido con todas mis fuerzas que al menos sean un poco jóvenes y no tan viejos como el señor Smith. Kang maneja hasta un enorme y monumental portón, que por lo menos tiene que medir tres metros de alto, él se limita a hablar por el parlante a su lado, sin bajarse de la furgoneta, desde atrás es difícil entender lo que dicen, pero en un instante el gran portón se abre dejándonos pasar, entre más se acerca la hora más nerviosa estoy, y mis manos empiezan a sudar. Levanto la mirada y miro estupefacta por la ventanilla, frente a mi se encuentra un palacio, la casa de Jessica ocupa una recámara a lado de esta mansión. Tal vez exagero con el tamaño, pero es que si esta enorme. Kang nos abre la puerta y todas salimos boquiabiertas, menos Ava quien ya había venido antes. —Aquí vive el señor D'marco, el líder. Casi siempre hacen las reuniones en su casa, al menos que Frank no quiera salir de su penthouse. —Ava comentar y Hani arquea una ceja, curiosa, todos lo hacemos pero ella es quien la cuestiona. —Sabes mucho para solo ser una prepago. ¿No? —dice, mientras seguimos caminando rumbo a la puerta, donde nos espera un señor de edad avanzada, al parecer es un empleado y lo confirmo al mirar su uniforme. —¡¡Shh!! —Jessica nos calla cuando llegamos hasta él. —Buenas noches madame. —El señor saluda a Jessica con una reverencia y ella sonríe amable, adentrándose a la mansión. Lo primero que capta mi atención es la majestuosa escaleras en espiral frente a mí, todo es blanco y n***o, no hay color, pero eso no resta lo elegante y hermoso que se ve todo rodeado de mármol pulido liso. Ventanales y persianas con cortinas de lino, rodeando el espacioso salón, alumbrado por un enorme candelabro de cristales preciosos que cuelga desde el techo. Esta gente se pudre en dinero, mientras otras tenemos que matarnos trabajando para poder sobrevivir. Nace una pequeña chispa de enojo en mi interior, ellos han obtenido su dinero con sangre ajena, sin esfuerzo, robando y traficando. —Por aquí, por favor. —Nos llama el empleado, señalando una gran puerta de madera. Dentro de esta se encuentra otro gran salón, con la diferencia de que este tiene muebles al rededor, una mesa en el centro rodeada de sillones color café y detrás de estos, un gran estante de bebidas alcohólicas. Me pongo rígida cuando veo entrar a cinco hombres vestidos con trajes, la mayoría parecen arriba de los treinta. Se me cae la boca al piso cuando me encuentro con el tipo de la cafetería entre ellos. Mierda. Me mira curioso con una sonrisa ladina. —Buenas noches, señor Frank, este es mi repertorio del día de hoy. —El tal Frank no contesta al notar a su amigo caminar hacia mí. —¿Marc?... ¿Pasa algo? —le pregunta, pero él solo se acerca a mí, tomándome de la cintura. —Pero que sorpresa, mesera. ¿Ahora si me vas a decir tu nombre bonita? —susurra sobre mis labios y sonríe triunfante. No lo puedo creer—. Ya escogí. La quiero a ella. —Marc me señala sin soltarme y gira para ver a Frank. Su amigo rueda los ojos y niega con la cabeza. —Si mande a traer a estas prepagos fue para que Marc escogiera primero. Es su cumpleaños y lo sabes. —Marc chasquea la lengua. —Será mejor que se apresure, nunca escoge a nadie de todas formas y yo ya quiero disfrutar de mi chica. —Río ofendida. ¿Su chica? ¿Que le pasa a este idiota? Me suelta gracias a Dios y regresa a su lugar, junto a los demás hombres que han estado observando en silencio. Giro mi rostro cuando noto que alguien más ha entrado al salón. Joder... Mi corazón se agita golpeando mi pecho, de repente me siento más nerviosa de lo que ya estoy y mis ojos ignoran las instrucciones de mi cerebro, para que al menos deje de mirarlo tan ensoñada. Estoy estupefacta ante el hombre alto y fornido que se encuentra frente a mí, es perfecto, todo un adonis, con su cabello n***o, con sus ondas cayendo por sus mejillas, ojos negros brillantes y mandíbula cuadrada. Dios mío, él es Marcus D'monte, el líder de la organización delictiva más poderosa del país y es todo un Dios griego. Samanta me da un golpe con el codo sacándome de mi trance mental. Marcus nos observa a cada una de nosotras, hasta que sus grandes engranes negros se posan en mí, me observa cauteloso y lo miro igual. ¿Será que? No lo creo, no soy tan bonita como Hani o Samanta, tal vez escoja a una de ellas. Eso me hace bajar la mirada. ¿Pero en qué rayos estoy pensando?, ¿En qué momento esto me está pareciendo bien? Jessica dijo que todas tendremos nuestra paga trabajáramos o no. ¿Si yo era la afortunada? Pienso alegre, pero todas mis esperanzas se desvanecen al encontrarme con los ojos cautelosos de Marc. Ese tipo es insoportable. —Bueno, escoge hermano, es tu noche —habla Frank a lado de Marcus. Se acerca con pasos cautelosos hasta nosotras, nos observa de pies a cabeza y al final se para frente a Hani, se tarda un poco más mirándola y pienso que ella será su elección, pero vuelve a retomar su andar hasta mí, escudriña mi rostro, como si buscara algo en mis ojos. Estoy más cerca de él, por lo que puedo contemplarlo mejor, dando por hecho lo perfecto y guapo que es. Baja a mi torso y retengo las ganas de taparme con mis manos. Se gira caminando hasta la puerta, pienso en que nadie ha llenado sus expectativas, pero me quedo atónita cuando me llama. —Rubia, andando —dice sin mirarme. ¿Qué? ¿Yo? Jessica me da un empujón por detrás para que reaccione y lo siga. Con torpeza camino hacia él y puedo escuchar como Marc chasquea su lengua, molesto. No puedo retener mi sonrisa y me da miedo lo que estoy sintiendo ahora mismo.
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