Me quito el cinturón, tomando su rostro en mis manos, para domar sus labios con los míos, como una tempestad en busca de calma, o en este caso, de incremento en potencia. Ella se coloca encima de mí, dejándome sentir su cuerpo en su totalidad. Acaricio sus largas piernas, con el beso desquiciado en ascenso. Se deshace del saco, dejándome sentir la tela faltante en sus brazos. Mis manos susurran una caricia en su espalda, ella suelta un gemido en medio del beso… una melodía asesina. ─¿Estás segura?─ Musito en sus labios hinchados por el beso. ─Cállate.─ Reprende en un gruñido. Sus manos deshacen mi camisa, pasando sus cálidas manos por mi pecho. Suelto un jadeo de deseo, su tacto me enloquece. Decido hacerle caso. Mis manos se posan en sus pechos, bajando el vestido para dejarme ver