Escucho con el ceño fruncido al doctorcito de pacotilla. A mi lado se encuentra el padre de Lauren, con la misma postura y gesto que yo. Mientras observamos cómo Lauren y Gina le prestan mucha atención a ese imbécil. Toso con altanería. Llamando la atención de todos. ─Creo que ya es tarde… Gina tiene que descansar─ digo, haciendo lo posible, para que Lauren se aleje de la mirada de ese tipo. ─Es cierto, debería de descansar, la próxima quimio será en unos días y usted tiene que estar fuerte─ comienza a hablar. Tuerzo los ojos frustrado. Me despido de Gina, ella me mira dulcemente. ─Vámonos, Lauren─ anuncio. ─Yo me voy cuando quiera─ me replica, abro los ojos en sobresalto. ─Señor, ¿puede mandarle a su hija a que me haga caso por una vez en su vida?─ Le propongo al señor.