Daysi respingó sus cejas y estuvo pensante por unos segundos.
—Te llamas igual como el protagonista de esa saga —dijo—, ya decía que ese nombre lo había escuchado en alguna parte. Te llaman tanto por Den que no recordaba tu nombre. No deberías dejar que mataran tu nombre, es bueno —acentuó con la cabeza—. Sí, es un buen nombre, me gusta. Te llamaré así si volvemos a hablar.
Den siguió sonriendo por aquella forma en la que Daysi le hablaba sobre la importancia de no dejar morir su nombre.
—Bien, Emily —respondió él mientras sumergía sus manos en los bolsillos del pantalón.
Daysi entreabrió su boca y después sonrió ampliamente. A su mente llegó el recuerdo de ella pequeña haciendo planas de su nombre completo. Emily, tenía mucho tiempo que nadie la llamaba por su nombre completo.
—Ese nombre… —soltó ella—, me dio mucho dolor de cabeza de pequeña.
—No lo sabías escribir.
—No… y mi mamá me regañaba mucho, me decía “ahí no dice Emily, dice Emy, escríbelo completo” —Daysi soltó una carcajada.
—Sí, recuerdo que pasamos esa tarde haciendo planas de nuestros nombres.
—¡Sí, tú tampoco sabías escribir tu nombre completo!
—Porque todos me llamaban Den.
Daysi soltó una carcajada desde sus adentros.
—Escribías Den, recuerdo que discutiste con mi madre y le decías que era ella quien estaba equivocada —dijo Daysi con emoción—, le decías que te llamabas Den, no Enden.
—Mis padres trataron de llamarme Enden por un tiempo, pero se les olvidaba y volvían a recortar mi nombre —Den sonrió ampliamente mientras observaba a Daysi fijamente—. Recuerdo que yo comencé a llamarte por Emy.
—Ay, sí, me enojaba muchísimo eso.
—¡¿Por qué?! —Den soltó una carcajada.
—Me llamabas así para molestarte, sabías que no era capaz de escribir bien mi segundo nombre.
—Bueno, es cierto.
Den y Daysi terminaron la conversación al darse cuenta que ya estaba a punto de comenzar las clases.
Esa conversación marcó una parte de Den, desde ese momento comenzó a ver a Daysi con otros ojos. Le parecía una chica fabulosa.
Daisy a la salida de clases esperó a que Thiago y Marilyn llegaran. Los estudiantes a su alrededor iban y venían. Filas de autos se parqueaban frente al instituto y los jóvenes que salían se acercaban a ellos para marcharse.
Esperó por algunos minutos, impaciente. Por momentos pasó sus manos por su cabello, implorando que no se viera fea.
Enden se acercó a ella y se posó a su derecha.
—¿Vas a ir al grupo de lectura? —preguntó.
—Claro —respondió Daysi con tono obvio.
El silencio los atrapó, uno que, curiosamente, fue algo incómodo.
A Daisy no le desagradaba Den, pero… le gustaría que él no se acercara al único lugar donde ella se sentía libre de todo aquel mundo desastroso que la rodeaba.
Los gemelos Alex y Axel salieron a la salida del instituto y vieron a lo lejos a la pareja, algo que obviamente les pareció muy extraño.
Axel, siendo bastante curioso y que no conocía la palabra discreción, se acercó a Den para indagar más a fondo el por qué estaba con la rara de Daysi.
—Den, ¿qué?, —dijo a modo de saludo— ¿qué haces?, ¿esperando?
—Sí —respondió Den un tanto serio.
Axel observó a Daysi, la joven tenía la mirada perdida en la carretera.
—Oye, Crespas —llamó con tono serio—. Me las vas a pagar, ¿oíste?
Daysi volteó a verlo con rostro muy serio.
—¿Ahora qué quieres, Axel? —preguntó en un gruñido.
—Sí… no te hagas la tonta, sabes muy bien de lo que te estoy hablando —dijo—. No creas que seré el único que voy a ir a esa maldita finca, tú también tienes la culpa en todo esto.
—¿De qué estás hablando? —soltó Daysi enojada—, mejor cállate.
Axel tornó su semblante serio y por un momento apretó su mandíbula. Alzó su mano derecha y mostró su dedo índice, pareciendo que estaba a punto de disparar una amenaza.
Alex vio a lo lejos que su hermano no se veía de mucho humor y decidió acercarse, lo menos que deseaba era que su grupo volviera a agredir a Daysi.
—Mira, Crepas, tú no eres ninguna perita en dulce, al igual como eres una flojonaza de mierda —gruñó Axel—. Así que también mereces el mismo castigo que nosotros y me voy a encargar de que también te mueras en esa maldita finca debajo del sol.
—Axel, ¿qué rayos te pasa? —soltó Den enojado—, deja de hablarle así.
—¿Qué?, ¿ahora la vas a defender? —preguntó Axel enojado—, ¿ahora te quieres hacer el bueno defendiéndola cuando antes también decías que era una rara subnormal? —desplegó una sonrisa llena de ironía—, eres un hipócrita, Den.
—Yo nunca dije esas cosas —replicó Den.
—¡Sí, claro, nunca! —soltó Axel sarcásticamente.
Den apretó con fuerza la mandíbula mientras veía a Axel con furia. Afortunadamente, en aquel momento llegó Alex y se interpuso entre los dos, obligando a su hermano a retroceder.
—Axel, basta —ordenó Alex bastante serio.
Axel puso los ojos en blanco e inspiró profundamente para calmarse. Su hermano lo tomó de un brazo y comenzó a jalarlo hacia un auto n***o que se había estacionado frente a ellos.
—¡Esto no se queda así, Crespas! —gritó Axel.
Daysi tragó en seco. Su primo siempre la molestó por su apariencia, pero nunca le habló tan agresivo, de hecho, ella desde muy pequeña creía que esa era la manera de tratarse con él. Pero esa vez fue diferente, se veía que realmente estaba enojado con ella.
Los ojos de Daysi se llenaron de lágrimas, tomándola de sorpresa, ¿por qué iba a llorar por eso?
Trató de calmarse, respirar hondo y parpadear varias veces para calmar la irritación en sus ojos. Pasó una mano por encima de sus labios para quitar el poco sudor que había acumulado en esa zona. Al tratar de respirar profundamente otra vez, los mocos en su nariz sonaron y bastante fuerte, obligando a Den a mirarla.
La expresión del joven se tornó sorprendida, ¿estaba llorando?
—¿Y tú no te vas a ir? —gruñó Daysi bastante molesta.
—Estoy esperando mi transporte —respondió el joven volviendo a mirar la carretera.
Un silencio los atrapó.
—Lo que dijo Axel no es cierto —aclaró Den, temiendo que su amistad se viera afectada por eso.
—No importa.
—Claro que sí, no es cierto. Nunca dije que fueras subnormal —insistió Den—. Sí te creía un poco extraña, debo aceptarlo, pero sabía que tenías tus razones.
Aquello irritó en gran manera a Daysi, que se sentía salir de sus cabales en aquel momento.
—Es mejor que tomes un taxi, parece que no vendrán por ti —le dijo antes de marcharse.
Aunque, para su sorpresa, Den la siguió en silencio, algo bastante incómodo para ella. ¿Por qué él se comportaba así con ella de repente? La confundía mucho.
—¿Por qué no han venido a recogerte? —preguntó Den.
Daysi recordó que Thiago y Marilyn estaban demorando mucho para venir a recogerla, eso la frustraba mucho más, presentía que la habían dejado plantada.
La joven se detuvo en seco y miró a Den con expresión de furia.
—¿Por qué de repente te has vuelto tan atento conmigo? —preguntó Daysi—, ¿acaso es cargo de conciencia o qué?
—Oye, te estoy diciendo que nada de lo que dijo Axel es cierto.
—Me importa una mierda lo que haya dicho Axel —soltó Daysi—, sé muy bien que me hablas por algo.
—Sí, porque me gusta hablar contigo.
Daysi quedó muda, aquella confesión esfumó por completo su rabia. Hizo un gesto de desagrado y siguió caminando, Den aún la perseguía.
—¿A quién estabas esperando? —inquirió Den.
—Ya no tiene importancia.
—¿Te dejaron plantada?
—¿Podrías dejar de hacer preguntas tan incómodas? —soltó la joven con amargura.
—Manda a la mierda a ese tipo, debió por lo menos avisarte que no iba a llegar a recogerte.
—¿Por qué deduces que fue un tipo?
—Porque te vi bajar de su auto.
Aquello obligó a Daysi a reír.
—Y es bastante mayor para ti.
—La edad no importa… —replicó la chica.
—Claro que importa. Tú recién cumpliste los dieciséis y él ya se ve con más de veinte años.
—Mira quien lo dice, el chico que aún no es mayor de edad.
—No te doy ese concejo porque me crea mayor, Emy, lo digo porque soy hombre y conozco a los de mi especie.
—Thiago es un buen chico —soltó Daysi.
—Hum… ya tiene nombre —dijo con tono aburrido Den.
Daysi volvió a carcajear. Le pareció que Den le molestaba que le hablaran de Thiago, bueno, que ella lo mencionara, no comprendía el por qué, pero le pareció chistoso.
—Lo siento, pero veníamos tarde —dijo Marilyn a Daysi en el grupo de lectura.
Daysi se acomodó en su silla y mostró una sonrisa.
—No te preocupes —le dijo—, de todos modos… —pensó una mentira— yo debía venir con Enden.
Las chicas vieron al joven frente a ellas que estaba sentado con los brazos cruzados observando un punto perdido para ellas.
—Es guapísimo, ¿quién es? —soltó Marilyn emocionada.
—Enden, un… amigo.
—¿Amigo? —Marilyn arqueó una ceja.
—Sí, vive por la casa y nos… criamos juntos, es como de la familia.
—Ah… —Marilyn acentuó con la cabeza—, ¿y tiene novia?
—No que yo sepa, llegó de España hace unos meses.
—¡Qué genial!
En aquel momento el profesor entró a la sala acompañado de Thiago, quien traía en sus manos una pila de libros que dejó encima de una mesa circular de vidrio.
—Buenas tardes para los que acabaron de llegar —saludó el profesor y posó su mirada en Den—. Vaya, otra cara nueva, dime, ¿cómo te llamas?
—Enden, señor —respondió.
—Ah… veo que vas al mismo colegio que Daysi —dijo paseando su mirada por los dos jóvenes—. ¿Ella fue quien te trajo?
Den desplegó una sonrisa y acentuó con la cabeza.
—Bueno, espero que te haya dado buenas referencias. —dijo el profesor— Muchos me tachan de regañón, pero son puras mentiras.
El grupo de jóvenes soltó una carcajada.
Thiago se sentó al lado de Den y lo saludó. Daysi le dio mala espina cuando notó que Thiago parecía estar intentando conversar con él.
Aquel día se debatió el libro que habían terminado de leer, aparte que se presentó el nuevo libro. Pero esa vez Daysi no podía concentrarse en lo que el profesor explicaba, su mirada estaba fija en Thiago, lo menos que deseaba era que se hiciera amigo de Den.
La clase terminó un poco más pronto de lo normal, el profesor tenía una diligencia bastante importante que hacer, así que pidió disculpas y dejó un trabajo para la próxima clase.
Al levantarse todos de sus sillas, Thiago se acercó a Daysi.
—Cosita hermosa —saludó mientras acariciaba su cabeza.
A Daysi parecía que se le iba a salir el corazón, Thiago la estaba llamando por un sobrenombre bastante tierno.
—Te tengo un plan —le informó—, ¿quieres ir a una fiesta este sábado?
Den se acercó a ellos.
—Puedes ir con Den, ya lo invité —dijo Thiago—. Será en mi casa, ¿qué tal?, ¿te le apuntas?
Daysi comenzó a acentuar repetidas veces con su cabeza mientras veía a Thiago con un rostro emocionado.
—Bien… espero que no me quedes mal —soltó Thiago sonriente—, comienza a las nueve. Le paso a Den la dirección, ya que tú no tienes celular. Por cierto, te busqué en f*******: como me dijiste que apareces, pero no me has aceptado la solicitud.
“Mierda, no me he podido conectar” pensó Daysi.
—Es que… he estado ocupada con las clases, no me ha quedado tiempo de conectarme, lo siento —mintió Daysi.
—Claro, me imagino. Se nota que eres bastante aplicada con tus estudios —dijo Thiago—. De seguro eres el cerebrito del salón.
—No… tampoco. Intento esforzarme, pero el Liceo es un colegio bastante estricto.
—Por cierto, —Thiago cambió la conversación— no es por nada, pero… ¿a ti tus padres sí te dejan quedarte por fuera hasta muy tarde?
—Ah… sí, claro, claro —soltó Daysi impulsivamente.
—Menos mal, porque la fiesta comienza a las nueve, pero a esa hora casi nadie llega, lo bueno comienza después de las doce —dijo Thiago.
—¿Y vas a estar? —preguntó Daysi a su amiga.
—Sí, claro, es mi casa, por favor —Marilyn soltó una carcajada burlona.
—Claro, es obvio —soltó Daysi sonriente.
Den bajó un poco los párpados, observando el montón de patrañas que estaba diciendo Daysi.
Daysi se sentía bajo presión teniendo a alguien que la conocía bien a su lado, de seguro sabía que estaba diciendo mentiras a diestras y siniestras.
—Yo fui quien le dijo a Thiago que te invitara —informó Marilyn—. Necesito a alguien que me acompañe y no sea tan idiota como sus amigos.
—Pero Marilyn, si tú a las diez te vas a ir a dormir —Thiago alzó una ceja—, por favor.
—Cállate, idiota. Sabes que, si no fuera por mí, mis padres no te dejarían hacer nada.
—¿Eres su abogada? —inquirió Den.
—Claro, yo soy quien le cubre todo —soltó Marilyn orgullosa.
Thiago tornó su mirada de manera aburrida.
—Lo haces por pura conveniencia —dijo Thiago—, sin mí, estarías aburrida, encerrada en tu cueva.
—Cállate, Thiago —gruñó su hermana.
Thiago soltó una pequeña carcajada burlona. El grupo comenzó a salir de la sala de investigaciones rumbo a las escaleras.
—Daysi, ¿a ti te gusta trotar? —preguntó Thiago a su lado.
—Ah… sí, ¿por qué?
—¡¿De verdad?! —soltó Marilyn a su otro lado—, a mí me encanta salir a trotar. Thiago y yo vamos al Ziruma una vez a la semana, ¿dónde trotas tú?
Daysi sonrió y tragó en seco, lentamente rodó la mirada a Den, quien la miraba como si estuviera viendo la cosa más rara del mundo.