Daysi tenía puesta una de sus típicas batas cortas de color rosa, de tiras con estampados de gatico. Nunca imaginó que dejaría que Thiago la viera en aquellas fachas. Pero estaba en su casa y no tenía planeado recibir una visita. A Thiago le pareció tierno verla vestida de aquella forma, a la vez su mente lo noqueó al recordarle que ella era una menor de edad, casi una niña, ¿qué hacía gustando de ella? —¿Por qué viniste? —preguntó Daysi. —Necesitaba hablar contigo —respondió Thiago. —¿De qué? —inquirió Daysi. —¿Nos podemos sentar? Daysi se dio cuenta que estaban de pie a mitad de la sala. Lentamente se acercó a un mueble de color marrón y se sentó procurando que su bata no fuera a alzarse, siempre tenía ese problema con sus cortas pijamas. Thiago se sentó al otro extremo del