Capítulo 1

1590 Words
Hace tres meses, Cris se despertó temprano en la casa donde ahora vive con su esposo e hijos. Héctor, que acaba de cumplir cinco años, pasa mucho tiempo con niños de su edad, pero los fines de semana duerme en casa con su familia. Mañana, Cris tiene que ir a la preparatoria y Tay a la universidad, y dejarán a sus hijos en casa de sus abuelos. En ocasiones, cuando los abuelos no pueden cuidarlos, los llevan a la escuela. Mañana tendrán que hacerlo. Afortunadamente, las amigas de Cris ayudan con el pequeño Erick, mientras que los amigos de Tay, que conoció en la universidad, y algunas chicas, ayudan con la pequeña América. Incluso la directora de la preparatoria cuida a Erick un rato. Al llegar a casa, bajaron a sus hijos del carro para cambiarlos y ponerles el pijama. Les dieron sus vasos entrenadores con leche y, al ver que estaban dormidos, se fueron a su habitación a dormir. En la madrugada, se oyeron los gritos de los mellizos diciendo "mamá". Al escucharlos, ambos se levantaron rápidamente y fueron a su cuarto. Entraron y vieron que estaban hablando en sueños, tenían pesadillas. -Amor, ¿puedes ir por las guitarras al cuarto? -pidió Cris. -Sí, ya sé lo que vamos a hacer. Voy corriendo, amor -respondió Tay. Tay entró al cuarto, tomó las dos guitarras y la canción que había escrito para su amada esposa. Estaba esperando la oportunidad de cantársela. -Amor, ¿tú hiciste esta canción? -preguntó Cris al ver la hoja y la guitarra. -Sí, mi vida. La hice por ti, por nuestros hijos y por los que tengamos en el futuro para darles hermanitos. En eso, se escucharon los llantos de sus hijos. Empezaron a tocar los dos juntos, cantando la canción. Cuando terminaron de cantar, vieron que los niños se habían quedado profundamente dormidos. -Amor, tengo un presentimiento malo. Siento que alguien nos quiere quitar a América y Erick -confesó Cris. -Tranquila, si eso llega a suceder un día, los defenderemos todos juntos. Nuestros amigos y familias están con nosotros. Pase lo que pase, siempre juntos hasta el final. Por lo pronto, amor, carga a Erick y yo me llevo a América a nuestro cuarto. Te conozco y sé que eres capaz de llevarlos tú misma al cuarto -le aseguró Tay. -Es cierto, me conoces bien, amor. Solo faltan siete meses para su cumpleaños y cuatro meses para el cumpleaños de mis hermanitos -respondió Cris. -Nuestra familia y amigos nos van a ayudar a hacer una fiesta sorpresa -dijo Tay. -Eso está bien, amor. Ahora tenemos que dormir, mañana nos espera un día largo -concluyó Cris. -Vaya que sí -asintió Tay. Cris se despertó muy temprano y vio que Tay no estaba, así que decidió bañarse. Al terminar, escuchó que sus bebés ya se iban a despertar. Se cambió rápidamente y, al ver que se despertaron, los cambió de ropa. -Familia, aquí tienen su desayuno -dijo Tay al llegar. -Gracias, amor -respondió Cris. -De nada, mi cielo -contestó Tay. -Bueno, hay que desayunar -dijo Cris. Después de desayunar, Cris y Tay recogieron sus mochilas y la pañalera para ir a la escuela. A Cris le queda un mes para su graduación. Pusieron a los bebés en las sillas y Cris comenzó a escribir una canción para sus hermanitos. Anotó un poco para no olvidarlo. Cuando llegaron a la preparatoria, Tay la ayudó a bajar a Erick del carro y también sus cosas. Se despidieron con un beso muy largo, hasta que alguien silbó. Cris vio que eran sus amigas. Aquí tienes una versión corregida y pulida del texto: -Bueno, ya me voy -dijo Cris. -Al rato paso por ustedes -respondió Tay. -Sí, amor, pero permíteme despedirme de mi pequeño. -Yo también. -Amor, iré a la casa de tus padres por ustedes. -Ok, amor, hasta al rato. Cris se fue y entró a clase, pero antes de que entrara, la directora le hizo señas para que fuera. Cuando se acercó, la directora le dijo: -Cris, casi no tengo trabajo y puedo cuidar a Erick hasta la hora del receso. -Ok, directora. Hijo, en el receso vengo por ti, te portas bien. -Sí, mami. Lo que Cris no sabe es que la directora le pone películas infantiles y por eso está tan tranquilo. Pasaron las horas hasta que sonó el timbre del receso. -Chicas, ahorita vengo, voy por mi bebé para que esté el resto de las clases con nosotras. Ya no tarda en dormirse, así que me voy. -Ok, Cris, porque tenemos un regalo para ti, todos los que te conocimos. -Vaya, siéntense y ahorita las alcanzo. -Ok, Cris. Cuando llegó a la oficina de la directora, tocó la puerta. -Pasa, Cris. Cuando entró, saludó. -Buenos días, directora. Vengo a llevarme a Erick con las demás chicas que me dijeron que tenía un regalo. Además, ya no tarda en dormirse. -Ok, Cris, saluda a Tay, tu hermosa hija. -Yo le digo, directora. Vamos, hijo. -Sí, mami, pero ya tengo hambre. -Bueno, vamos a sentarnos con las demás chicas. Ven, te cargo y nos vamos corriendo. En la cafetería, Tay estaba alimentando a América, pues él ya sabe la hora en que le da hambre. La estaba cargando porque se cayó y la estaba consolando. -Papi, tengo hambre. Uno de sus amigos le ayudó a sacar la comida. Cuando la sacaron, Tay le puso su babero para que no se ensuciara. Si llegaba a pasar eso, tenía un cambio de ropa. Sus compañeras, como todos los días, se quedaban viendo siempre que le daba de comer a su hija y todas juntas en coro decían: -Ay, qué bonito se ve cuando hace eso de padre responsable. -Bueno, señoritas, dejemos que su compañero Tay esté tranquilo para que siga dándole la comida a su hija. -Ok, dijeron todas. Cuando Tay terminó de darle de comer a su hija, vio que ya tenía sueño. Sacó su biberón, la cobija y, como compartía la mesa con uno de sus amigos, este le dijo: -Siempre se duerme a esta hora. -Sí, amigo, mi princesita parece que ya sabe a qué hora le da sueño. Así que no hay que hacer tanto ruido para que no se despierte y pueda dormir bien. En la madrugada, nos despertaron a mí y a su madre. -¿Le diste la canción que escribiste? -Sí, incluso le cantamos los dos a nuestros hijos y Cris lloró. -Al rato, cuando salgas de aquí, tienes que ir por ella. -Sí, a casa de mis suegros. Cris llegó con las chicas y todas dijeron: -Hola, Erick, ¿cómo estás? -Bien. -Qué bueno. -Mi amor, ven, vamos a sentarnos para comer. Cris le puso su babero a Erick para que no se ensuciara. Cuando terminaron, Cris y Erick escucharon que les hablaban. Una amiga, junto con los compañeros, dijo: -Te queremos dar algo a ti, a pesar de todo lo que vivimos todos juntos. Sabemos que nunca lo vamos a olvidar. Entre todos, este es nuestro regalo para ti y Tay, para Erick y América. Es un viaje al mar, donde ustedes elijan. No creen que van a ir ustedes sin sus amigos. -Chicos y compañeros, gracias. -Cris, eres nuestra mejor amiga y compañera, pero ya que nos vamos caminando, no tarden que va a sonar el timbre. Cris recogió todo lo que tenía en la mesa y se fue caminando junto con todos los demás de su salón. Ya que entraron y se sentaron en la mesa, Erick dijo: -Mami, ya me está dando sueño. Saca tu cobija y el biberón para mi leche. Cris le dio su biberón, lo tapó con su cobija y se quedó bien dormido. Cuando se acabaron las clases, le ayudaron a Cris con sus cosas, ya que ella estaba cargando a Erick, que todavía seguía dormido. La acompañaron al carro de sus papás. El señor tomó las cosas de su hija y las guardó en la cajuela. Al ver Cris que estaban sus hermanitos durmiendo, menos Héctor, saludó a sus papás y a su hermano. Su mamá dijo: -Amor, abre la puerta para que tu hija se pueda subir al carro. -Papi, rápido, abre la puerta para que nos podamos subir. ¿No ves que mi hermana está cargando a Erick que se durmió? -Ok, ya voy, mis hijos. Abrió la puerta del carro. Cris se subió primero y dijo: -Gracias, enano y papa. Ya que todos estaban en el carro, el señor arrancó para irse a la casa. Mientras iba de camino, Cris les platicó a sus papás lo que había pasado en la madrugada con los mellizos. Ya que terminó, Cris le preguntó a su mamá: -¿Cómo te fue con la doctora? -Bien, hija, tus hermanitos están bien de salud, pero alguien sí tiene que subir un poquito de peso. -¿No me digas que te llevaste al enano? -Sí, hija, lo llevamos para que le hicieran un chequeo. -Así que, enano, ¿tienes algo que decirnos? -Sí, es que otra vez tengo algo de miedo y a veces sueño feo. -Bueno, enano, si te despiertas, sea la hora que sea, me llamas a mi celular. Como te dije el día que me fui de la casa, si te sientes solo o triste, siempre puedes llamar a la hora que sea. Para eso soy tu hermana mayor, para ayudarte siempre que lo necesites. Estaré contigo. Ven acá, enano, déjame darte un abrazo como los de antes. Se abrazaron los dos sin despertar a los demás que estaban dormidos
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