Dejar que evaluaran su pureza fue la peor sensación que Camila había sentido en toda su vida, la vergüenza de tener que mostrarle a una persona esa intimidad que nadie había visto, a pesar de ser una mujer, no dejo de sentirse ultrajada, pero ser consentida un poco por Sofía alivio esa horrible sensación por un buen rato.
—¡Se nota el cambio!—expresó Carlos al mirar la nueva imagen de Camila.
Sofía había pedido el corte de cabello, uno que le dio una apariencia más inocente y frágil al rostro de su nueva empleada, sabia que tipo de productos buscaban sus clientes, su conocimiento en el negocio era amplio, ya que Sofía había empezado de la misma forma de Camila, como una muñeca y de hecho le recordaba un poco a ella, a su versión más joven e inocente, la tonta que se había dejado engañar por su entonces prometido, pero después de llorar muchas lágrimas y derramar sangre se dio cuenta de que un hombre que esta dispuesto a venderte o comprarte no te merece y por esa razón tuvo que aprender a sobresalir en un mundo controlado por hombres.
A veces sentía pena por las mujeres que se cruzaban con ella en las calles, Sofía creía que esas mujeres eran como Camila, ingenuas sobreprotegidas por sus familias, si realmente vieran el mundo real y el sistema con el que se rige las cosas serían diferentes, sabrían que los hombres son bestias sin razonamiento y que solo actúan conforme a las apariencias, sabrían que la muerte solo se paga con muerte, no pintando edificios, no saliendo a gritar y a desnudarse por satisfacción de los hombres y el repudio de las que no apoyan la causa.
Las mujeres como Sofía, las que sufrieron y cayeron sobre ese mundo y se levantaron como verdaderas guerreras son las que tienen completo control sobre esas bestias, saben como obtener dinero, joyas y cualquier cosa que sus oscuros corazones deseen, pero ese poder tenía un costo, el cual era perder toda su dignidad.
La realidad era triste y Sofía lo sabia, pero lo aceptaba porque no había otra opción, era controlar o dejar que te controlaran, luchar o caer, asesinar o morir, así de simple y ella eligió el mejor camino, uno que le permitiera seguir viviendo aunque tuviera que pisar a otros para lograrlo, aunque su propio bienestar significara la desgracia de alguien más, ese alguien era la joven Camila, sí, Sofía se sentía culpable por pisarla de esa manera, pero también se sentía aliviada por mostrarle la verdadera inmundicia del mundo.
—Ahora eres toda una muñeca— continuo Carlos mientras caminaba lentamente a su alrededor, parecía un enorme león acechando a su presa, pero para la suerte de Camila, Carlos tenía diferentes gustos. Al igual que Sofía él había participado del Juego en una ocasión, pero en esa oportunidad logro conseguir dos amos, un hombre y una mujer, había disfrutado de la compañía de la mujer, era hermosa y seductora, pero el hombre fue diferente, fue dominante y arrebatador, le mostró a ser sumiso y obediente para conseguir el éxtasis del clímax—sin duda debemos poner un buen precio por ella.
Miro a Sofía alzando las cejas, ambos se dedicaron una mirada presuntuosa y sonrieron. La transformación de Camila había sobrepasado las expectativas, era un ángel en cuerpo y alma, justo lo que Sofía necesitaba para elevar el precio. En esta ocasión, los superiores de Sofía había enviado una lista de requisitos para poder elevar el precio del producto, en primer lugar la nueva muñeca debía ser virgen, una exigencia obligatoria para todas las muñecas, si no lo eran, no valían nada, pero para asegurar que todo producto cumplía con ese requisito necesitaban un certificado, el mismo que Sofía llevaba en su maletín y que entregaría esa misma noche.
En segundo lugar, el producto debía ser joven, no mayor a los veinticinco años y no menor a los 18 años, Camila entraba en el rango y por su edad, Sofía podía solicitar más de medio millón de dólares por ella, no obstante, Camila tenía ese aire de pureza e ingenuidad en su rostro, el requisito con el que podía pedir mucho más. Sofía sabia que el precio era exagerado, quizás ella sería la muñeca más costosa en la subasta, pero Camila lo valía o eso pensaba Sofía.
—Camila vale lo que promete, pero con mi ayuda podremos obtener mucho más, por supuesto tú recibirás la parte más jugosa-expreso dirigiéndose a ella, aunque le hubiera gustado no mencionar nada frente a Camila, Sofía creyó más conveniente hacerla parte del equipo, de los pobre afortunados al que pertenecía ella y Carlos, solo de esa forma podría manejar a Camila a su antojo. Camila asintió, no porque quisiera, pero por alguna extraña razón quería sentirse parte de ese grupo bizarro en el que todos parecían tener control de la situación, sabían lo que hacían y se veían satisfechos por ello.
En otro momento de su vida Camila hubiera deseado que su primera vez fuera como en las novelas mexicanas que veía junto a su mamá a la hora de la comida, donde la protagonista se le ve asustada, pero el hombre junto a ella le hace sentir segura consigo misma y con lo que están haciendo, una escena de ensueño donde hay velas encendidas por todos lados, pétalos de flores, besos y caricias que te hacen seguir soñando con eso, pero su realidad era diferente, no habría ni pétalos y velas, ni mucho menos besos, solo sexo desenfrenado, sudor y una que otra lágrima.
—Muy bien, ahora hablemos de negocios—anuncio Sofía mostrándose más sería. Estaban en un bar, Carlos aguardo ahí hasta que ambas llegaron, el lugar estaba casi vacío a excepción de una pareja que estaba del otro lado del bar, no parecían estar muy interesados en lo su grupo dijera y con la música a un nivel más o menos alto, ni siquiera podían escuchar su conversación
—El juego no es un simple negocio donde los degenerados pueden comprar juguetes sexuales, el juego es la clara demostración de quien tiene el poder en este país. Mientras más dinero ofrezcan por las muñecas, más poderosos son.
—Debes aprender a controlar a tu amo—añadió Carlos-si logras que se enamore de ti será mucho mejor para nosotros.
—¿Enamorarse de mí?— cuestiono Camila atónita—no, no, no, no quiero que un vejete se enamore de mí.
Carlos soltó una carcajada mientras que Sofía solo sonrió, la chica frente a ella tenía mucho que aprender del juego antes de ser una participante.
—El juego esta diseñado para hombres menores de cincuenta años, así que no te preocupes por ello, un viejo rabo verde no tendrá la oportunidad de tocarte, aunque si no referimos a cuan atractivos son, bueno, en eso no puedo ayudarte, a menos de que puedas ser la muñeca de los dos mejores apostadores del juego, ellos son muy atractivos.
—¿Y quienes son ellos?— pregunto Camila curiosa.
—No esta permitido que sepas eso, solo preocúpate por lo que te voy a decir—soltó un suspiro sonoro—el juego se rige por varias reglas, la primera y la más importante es la confidencialidad.
—Ya que eres una muñeca nueva, no se te permitirá poder ver nada, deberás tener los ojos vendados en todo momento, habrá personal que te ayude a caminar, además deberás hacerlo desnuda— explico Carlos tratando de sonar convincente, no quería asustarla antes de tiempo.
—¿Por qué debo hacerlo desnuda? — cuestiono perturbada cubriéndose instintivamente como si ellos pudieran ver atreves de su ropa.
—Las subastas se realizan como si se tratase de un concurso de belleza—explico Sofía— el producto debe lucirse en una pasarela para mostrar lo que valen.
—¿Por qué no me dijiste de esto antes?
—Son las reglas, no puedo decirte nada a menos que aceptes jugar.
—¿Hay algo más que quieran decirme? —replico Camila, no quería que nada la sorprendiera ese día, necesitaba saberlo todo.
—La segunda regla—continuo Sofía—es que una vez que tu amo compra tu pureza estás obligada a servirle seis meses, durante este tiempo y cuando él o ella lo desee, tiene todo derecho sobre tu cuerpo, no puedes negarte a nada que te solicite.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Todo lo que desee?
—El propósito del juego es obtener puntos, los amos exhiben sus puntos una vez que finaliza el tiempo establecido quien obtenga más gana el juego.
—¿Cómo obtienen los puntos?
—Al iniciar, a los amos se les otorga una lista de requerimientos, anteriormente se les pedía que mostraran videos de sus juegos de sumisión, sadismo o masoquismo, pero ya que en esta ocasión de trata de vírgenes, la lista será diferente.
—Dicen que los juegos de pureza son los más difíciles— menciono Carlos—mezclar sentimientos y sexo no es bueno.
—Es por eso que Camila hará un buen trabajo para enamorar a su amo—indico Sofía—si lo haces nosotros podemos aprovecharnos de él y su dinero.
—No quiero enamorarme de nadie.
—No te estamos pidiendo que te enamores, sino que logres que él o ella lo haga.
Esa tarde, Sofía y Carlos se embriagaron festejando a Camila, la nueva integrante de su pequeño grupo, el nivel de alcohol en su sangre fue el suficiente para provocar el libido de Sofía, así que después de beber su último tarro de cerveza, comenzó a besar a Carlos con pasión. El bar seguía igual de vacío que al principio así que no le fue difícil el poder colocarse sobre su regazo, Carlos sabia que era lo que ella deseaba y aunque las chicas no eran su fuerte, no se limitaría a sentir placer solo por ese inconveniente.
Mientras Sofia lo besaba con intensidad él, apartaba la hebilla de su cinturón que separaban su polla del caliente coño de Sofia, era claro que ninguno de los dos dejaría pasar esta oportunidad mientras Camila estaba frente a ellos.
—Vamos a un lugar más privado—sugirió Carlos encendido.
—Dejemos que mire un poco, tal vez así aprenderá como hacerlo— expreso Sofia tomando la mano de Camila y bajándose del regazo de Carlos. Ambas se fueron tomadas de la mano en dirección a los baños una vez que entraron, Sofia se cercioró de que estuviera vacío y una vez que lo hizo se sentó sobre un lavabo.
—Vigila que no venga nadie, esto será rápidoMientras Sofia lo besaba con intensidad él, apartaba la hebilla de su cinturón que separaban su polla del caliente coño de Sofia, era claro que ninguno de los dos dejaría pasar esta oportunidad mientras Camila estaba frente a ellos.
—Vamos a un lugar más privado—sugirió Carlos encendido.
—Dejemos que mire un poco, tal vez así aprenderá como hacerlo— expreso Sofia tomando la mano de Camila y bajándose del regazo de Carlos. Ambas se fueron tomadas de la mano en dirección a los baños una vez que entraron, Sofia se cercioró de que estuviera vacío y una vez que lo hizo se sentó sobre un lavabo.
—Vigila que no venga nadie, esto será rápido—manifestó Sofia, un segundo mas tarde Carlos entro sin previo aviso y dejándose llevar por la lujuria, él levanto la parte inferior de su vestido verde hasta encontrar la delgada braga de Sofia, abrió sus piernas para tener un mejor ángulo y una mejor vista. Camila desvió la mirada hacia la puerta, no quería ver la escena aunque Sofia lo hubiera ordenado y ella estuviera medio borracha.
—No te traje solo a vigilar, quiero que veas que debes hacer si te encuentras en una situación así—explico Sofia entre jadeos, Carlos había levantado la braga de Sofia y lo que se podía ver era un coño bien depilado, con el cual jugaba con sus dedos y humedecía al introducirlos, en un instante estaba empapada en sus fluidos.
Incitado por el deseo Carlos saco de su pantalón una polla endurecida y sin mirar, la acomodo buscando el ardor del placer dentro del coño de Sofia, arremetió contra ella tan duro que sin querer, Sofia dejo escapar un gemido, entre el dolor y placer. Camila observo todo, las embestidas de Carlos y la excitación de Sofia mientras sus fluidos caían sobre el lavabo. Algo debía estar mal con ella, eso pensó en esos momentos, se sentía asqueada pero al mismo tiempo inquieta, tenia un extraño calor en sus bragas y comenzaba a agradarle aquella sensación.
Había visto alguna que otra ocasión pornografía, pero no se había sentido con ánimos de probar esa sensación hasta ese momento en que lo único malo era la vergüenza, se hubiera unido a ellos de no ser por el juego, eso le hizo mantener el control, el recuerdo de que debía mantenerse así, pura para alguien mas, de solo pensar en ello, en que un desconocido la penetraría sin pena ni vergüenza la sobresaltaba, pero la idea de tener una aventura de sexo desmedido así como lo que podía ver en ese instante la excitaba.