-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- Francesco -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- – ¡Eres un maldito imbécil Bruno, vienes aquí con cuentos de que estás preocupado por mí, cuando lo único que quieres es ponerme sal en la herida! – exclamé dándole una patada al bote de basura. Su cara pasó de la furia a la calma contenida en menos de dos segundos – Aclaremos algo Francesco, primero... Nunca dije que yo estuviera preocupado por ti ¡Michelle me mandó! No lo olvides. En lo que a mí respecta te mereces todo esto y mucho más por gilipollas. Y segundo... ¿Cuál herida? ¿Ah? Dime… Porque según tú estás perfectamente bien, y solo estás estresado por el trabajo, así que ¿De qué modo se supone que te estoy hiriendo si a ti lo que pasó con Irene no te importa? Creo que se está contradiciendo señor abogado. Me qu