Gerónimo
—Amor, mis vacaciones están llegando a su fin y tengo que regresar. La verdad es que no quiero dejarte otra vez—. En todos estos años de matrimonio con Margaret, nunca habíamos disfrutado de días tan emocionantes en el aspecto s****l como los que hemos tenido ahora...
—Yo tampoco quiero que te vayas, pero tendrás que hablar con tu padre y regresar a la ciudad, mi amor. Estos días han sido increíbles.
—Haré todo lo que esté en mis manos, te lo prometo, haré lo que sea necesario para volver aquí.
Mi teléfono empieza a sonar de manera insistente. Ya sabía quién me llamaba, llevaba un par de días sin responder a mi amante, y eso la tenía preocupada.
—Amor, pero te han estado llamando mucho desde la seguridad de la empresa. ¿Acaso ha pasado algo?— me pregunta mi esposa con una expresión de sorpresa.
—No tengo idea, pero estoy de vacaciones y no quiero que nadie nos moleste. Sin embargo, voy a salir un momento y contestaré. Espera aquí, querida.
Me dirijo a la terraza de la casa para atender la llamada.
—¡¿Pero qué demonios?! ¿Por qué no contestas mis llamadas? Dame una buena razón para que no me hables.
—Eva, por favor, no uses ese tono conmigo. No me gusta cómo me estás hablando. He estado ocupado.
—Dime que ya hiciste los planes para divorciarte de tu esposa, porque en realidad no voy a aceptar un no por respuesta— la voz de mi amante sonaba dura y frustrada.
—No es tan simple, mi amor. Las cosas con ella son muy complicadas. Entiende que es un matrimonio de más de 10 años. No va a ser fácil conseguir el divorcio así de rápido.
—¿Ya se lo pediste? ¡Dímelo!
—No me grites. Sí, ya se lo pedí, pero ella me rogó que no la dejara. Ahora no quiere el divorcio, y no sé qué hacer. Si la dejo, es posible que bloqueen la cuenta conjunta y perderé el dinero.
—No me mientas más, Gerónimo. Quiero que regreses hoy mismo, o de lo contrario, seré yo quien viaje a la ciudad y le cuente todo a esa mujer. Y te advierto, no me importa que pierdas tu dinero, te voy a arruinar la vida. Te lo juro, si me sigues jugando, te haré pagar caro.
Eva colgó la llamada furiosa. Me sentía terrible; había regresado con la intención de terminar mi matrimonio con Margaret, pero ahora no estaba tan seguro de lo que quería.
—Amor, Gerónimo, ¿estás bien?
—Sí, mi vida, claro. Solo que tengo una mala noticia. Debo volver hoy mismo; ha surgido un problema de seguridad en la empresa, y es crucial que regrese de inmediato.
—Pero aún nos quedan dos días. Es fin de semana, amor. No creo que haya algo tan grave como para que te vayas ahora.
—Sí, sí hay una razón. Perdóname, querida.
Empaqué mis maletas, decidido a regresar con Eva. Aunque Margareth me miraba con esos ojos que pedían explicaciones, no podía decirle nada, especialmente ahora que estaba a punto de terminar mi matrimonio.
Tres horas después, ya estaba en mi otro hogar.
—Gerónimo, no sé por qué no contestaste, pero espero que no estés pensando en reconciliarte con esa mujer. O te juro que…
—¿Qué me juras? ¿Que vas a correr a contarle lo nuestro? Haz lo que quieras, Eva. Estoy cansado de ti. Eres una mujer caprichosa; te doy todo lo que quieres, te mantengo a ti y a tu familia, vivo contigo y te doy prácticamente todo mi salario. No tienes que trabajar ni preocuparte por nada. ¡Ni siquiera me dejas ver a mi familia o a mi esposa!
—¿Por qué me hablas así? No te tengo aquí obligado. Si quieres irte con ella, hazlo, pero ten en cuenta que destruiré tu carrera como administrador, tus bienes conjuntos, tu reputación… Todo se irá al traste, y te olvidarás de este bebé que viene en camino.
Eva estaba furiosa, y aunque a menudo decía que estaba enamorado de ella, en momentos como este dudaba de la sinceridad de esos sentimientos. Su actitud, sus caprichos y amenazas me hacían pensar que tal vez solo estaba atrapado en un chantaje.
—Estoy cansado de esta situación. Volveré a mi casa en la ciudad. Tú puedes hacer lo que quieras.
—¿Me estás dejando, Gerónimo? ¿Me estás abandonando ahora que estoy embarazada? Todas tus mentiras, tus palabras… Fuiste mi primer hombre, me sacaste de la casa de mis padres. Eres mayor que yo, no puedes hacerme esto—. Eva se dejó caer al suelo, llorando como una niña pequeña, pataleando y sollozando.
—No te pongas así. No te voy a abandonar, no ahora. Pero debes entender que no es fácil divorciarse; es un proceso complicado, créeme. Dame un poco más de tiempo, por favor.
—Ven y consiénteme. Necesito tu amor, quiero que estemos juntos. Hazme tuyo, amor, ven.
Eva me agarra de la mano y me lleva al dormitorio. Ella sabía cómo usar el buen sexo para manipularme, y con eso básicamente me había atrapado.
—¿Qué pasa, Gerónimo? Dime, ¿qué significa esto? ¿Por qué no estás dispuesto para mí?
—Amor, estoy muy cansado del viaje. Dame cinco minutos y te haré ver las estrellas.
—No te creo. Te conozco bien; siempre que vuelves de la ciudad, quieres estar conmigo no solo una, sino dos o tres veces. Dime, ¿te acostaste con ella?
Solo puedo guardar silencio.
—¡Dímelo, maldita sea! ¿Lo hicieron? ¿Estuvieron juntos?— Ella me toca y nota que mi m*****o ni siquiera responde. La verdad es que no solo era el cansancio del viaje, sino que aún sentía las huellas del sexo increíble que tuve con mi esposa la noche anterior.
—Sí, estuvimos juntos. Lo siento mucho, Eva—. Los ojos de Eva se llenan de lágrimas, y su boca tiembla. Me quita las manos de inmediato.
—Eres un maldito infiel. Me prometiste que nunca volverías a acostarte con ella.
—Ella es mi esposa. Si todavía estamos casados, es normal que ella se me insinúe. No puedo rechazarla sin que sospeche que tengo amantes, y eso es lo que eres tú, Eva, mi amante—. Eva me mira rota y sorprendida, pero no le estaba mintiendo. Ella siempre había sido mi amante, pero después de los intensos días con mi esposa, no estoy seguro de querer seguir con ella.
—Sabes qué, no voy a decir más. Solo quiero que te divorcies de esa mujer. Te doy una semana, Gerónimo, una semana o te destruiré la vida, ¡te lo juro!
La veo salir de la habitación, y me siento un miserable, especialmente por mi esposa. Mientras ella me desea y se mantiene fiel para mí, yo la he estado engañando toda la vida.