PROLOGO

1810 Words
POV AIDEN CINCO AÑOS ANTES —Aun no puedo creer que estemos aquí —confesó Ethan. Fruncí mi ceño inmediatamente. —Lo sé, es increíble que estés aquí… en lo personal, pensé que nunca te graduarías. Sonreí y continué mi camino, escuchando sus insultos de fondo. Hoy era nuestro primer día en la universidad y había mucha emoción de por medio, agradecía estar con Ethan quien era mi amigo desde hace tres años, pero lo que sin duda más agradecía era tener estas vistas. ¡Mierda! —pensaba cada que pasaba al lado de alguna chica caliente… y de eso cada dos minutos. —Al parecer tendré mucha diversión estos cinco años —susurré para mí mismo. —¿Al final entraras al equipo? —volteé a verlo—. La última vez dijiste que no seguirías jugando. —No pensaba muy bien entonces —me encogí de hombros—. Entraré, amo jugar y amo la atención de las chicas, una buena combinación, ¿no crees? —¿Puedes dejar de pensar por un momento en mujeres? —cuestionó seriamente. —Lo siento virginal, trataré de no hablar much… ¡joder que caliente esta! —caminé rápidamente hasta ella, dejando atrás a Ethan—. Oye, ¿me puedes ayudar en algo? La hermosa chica volteó a verme, escaneándome y sonriendo al final. Sí, sé que soy malditamente irresistible —pensé con arrogancia. —Dime, ¿en qué puedo ayudarte? —En muchas cosas —sonreí inocente—. Pero por ahora, no sé dónde queda este salón —saqué mi teléfono y le mostré. —Ah, me toca cerca, puedes venir conmigo, ¿te parece bien? —Claro, iría contigo a donde tú quieras —la recorrí con la mirada, haciendo que un leve sonrojo apareciera en su rostro. —Sé lo que haces, pero eres un primíparo… estoy en tercer año. —Mejor, ¿no crees? —cuestioné en un susurro—. Te sorprenderías la cantidad de cosas que este primíparo te podría enseñar. Se hizo la que lo consideraba, se estaba haciendo la difícil, pero ya la tenía desde el momento uno. —Espero no me defraudes —solo sonreí. […] —No puedo creerlo, simplemente es imposible —exclamaba un sorprendido Ethan—. ¿Cómo?, ¿en qué momento?, mentiroso. —Ambos faltamos a la primera hora, me llevó a un cuarto de aseo y sucedió pequeño Ethan —me encogí de hombros —. No te cuento los detalles porque sé que te incomoda, pero si gustas…. —No, obvio no… maldito ninfómano, pero espera… ¿La llamaras? —¿Qué clase de pregunta es esa? —inquirí—. Sabes que no. —Pero por lo que dices ella quedó contenta —asentí, mientras recordaba sus palabras. “Necesitamos repetirlo, eres increíble” —¿Le diste tú numero? —Eh —me detuve y agarré su hombro—. Sabes que te quiero, ¿verdad? —asintió—. Entonces no te vas a enojar. —¿Por qué tendría que enojarme? —Le di tu numero —estaba por hablar, pero ya habíamos llegado a la cancha, lo que me había salvado… por ahora. Había muchos chicos… demasiados y no todos quedarían. —¡Bueno niñas, las quiero a todas aquí! —escuché un fuerte grito del que suponía era el entrenador. —¿Niñas? —preguntó uno, algo enojado. —Niñas —rectifico el entrenador—. Hasta que no me demuestren que son unos putos simios en la cancha, se quedaran así… niñas. Asentí lentamente, mientras cruzaba los brazos en mi pecho. Me gustaba su actitud. Miré lentamente a mi alrededor, había chicos muy delgados, otros en forma y… ¿chicas?, ¿Qué mierda?, ¿en qué momento habían llegado? —¡Todos están aquí porque quieren ser parte de los equipos de New York Jets, La triste realidad es que solo pocos quedarán!, ¡solos los fuertes podrán obtener un lugar! —nos miró a cada uno, detallándonos por varios segundos cuando de repente, nuevamente su grito sobresaltó a más de uno—. ¡Ultima oportunidad! Todos nos empezamos a mirarnos entre si y mierda, a unos metros estaba Noah Anderson, me había topado una que otra vez en partidos intercolegiales y el muy maldito era bueno… realmente bueno, la última vez que nos vimos supimos que haríamos un buen equipo, pero claro… solo fue un “que bueno sería”. Ahora teníamos la oportunidad de estar en el mismo equipo, eso me emocionó. Algunas personas se fueron y solo pude bufar. Una sonrisa apareció en el rostro del entrenador y asintió. —Empezaremos con las niñas, pero no ustedes —nos señaló. —La de castaño no ha dejado de verte —fruncí mi ceño en cuanto escuché a Ethan, rápidamente volteé a mirar a su dirección, topándome con los ojos azules más hermosos que jamás en mi puta vida había visto. —Es hermosa —confesé detallándola—. Es realmente hermosa, pero… es igual que yo. —¿Cómo que igual? —estaba demasiado confundido y lo entendía. —No busca nada serio —era tan obvio, su seguridad al mantener el contacto con la mirada —la hacía ver muy sexy—, ese reto que había en ella, que caliente era—. No te vayas acercar a esa chica —le advertí. Estaba cien por ciento seguro que me había convertido en un reto para ella, tal vez si no me hubiese mirado de esa manera, tal vez si hubiese sido como todas, me permitiría una aventura, pero no, era diferente y Aiden Woods no se convertiría en el reto personal de nadie. Ni siquiera en la caliente de ojos azules. Después que les indicara a las chicas los ejercicios que ejecutarían, se acercó a nosotros. —Quiero que le den vueltas a la cancha…no caminando, no trotando… ¡CORRIENDO! —¿ahora? —.¡¿ESTAN ESPERANDO UNA INVITACIÓN A TOMAR TÉ?! ¡A CORRER! Todos estábamos malditamente confundidos, pensé que jugaríamos un partido improvisado, no correr por una maldita cancha lo bastante grande, pero aun así todos empezamos hacerlo. En verdad quería quedar así que me concentré en correr. —¿Cu-cuanto más tendremos que hacerlo? —preguntó un chico a mi lado. —Ya… llevamos… más de veinte vueltas —respondió otro. Ni siquiera comenté nada, el hablar solo me cansaría aún más. Los partidos están divididos en cuatro cuartos de quince minutos, los dos primeros conforman la primera mitad y los últimos dos, la segunda mitad. Sin embargo, los partidos suelen durar más tiempo por muchos factores, así que intuía que ese sería el tiempo que pasaríamos corriendo. Era algo totalmente loco, pero no había nada cuerdo en ese entrenador. —¡VAMOS NIÑAS! ¡MI HIJA DE QUINCE CORRE MÁS RAPIDO QUE USTEDES! —¡Me la pela! —gritó alguien, no pude saber quién y menos el entrenador. —¡¿QUIÉN FUE?! —silencio total—. ¡UN CUARTO MAS! ¡ASÍ APRENDERAN! Apreté mis manos en puño, prometiéndome que sabría quién fue el hijo de puta, cuando pasaron los quince minutos, literalmente caí al suelo mientras con un gran esfuerzo, trataba de recuperar la respiración, estábamos a un paso de la muerte las personas que pudimos llegar hasta el final, muchos empezaron a quedarse con el tiempo. —¡BIENVENIDOS SIMIOS! —Escuché su grito y una ligera sonrisa apareció en mi rostro. Lo había logrado. Terminábamos de escuchar las instrucciones del Coach, cuando el grupo de chicas se acercó. —Es todo por hoy, nos veremos nuevamente mañana… pobre diablo el que llegue tarde —y con esa advertencia se fue. —¿Aiden? —volteé a mirar y sonreí—. Mierda, eres tú. —Que alegría verte, Noah —me abrazó rápidamente. —Lo mismo pienso —fruncí mi ceño al verlo un poco extraño—. Lo siento, solo estoy algo incómodo, no conozco a nadie. —Entiendo, solo tengo a un amigo, pero… ¿hay más? —¿Ves a esa chica? —señaló. —¿Cuál? —La rubia esa —abrí mis ojos ligeramente—. No ha dejado de verme desde que llegué. —¿Acaso eres otro virginal? —inquirí—. Esta buenísima, pero algo superficial. —No, no, no es eso…solo no estoy interesado en estos momentos —se encogió de hombros—. Quiero jugar en los Tampa Bay Buccaneers, para eso debo de concentrarme y destacar. —Que equipazo, sin duda lo vas a lograr. Él estaba por responder, pero la chica de ojos azules se nos acercó. —Hola, soy Mia Cooper —fruncí mi ceño al ver que solo se dirigía a Noah. ¿Me estaba ignorando? —Noah —respondió seco. —La chica rubia de allá —señaló a la superficial—. Es mi prima, acaba de pagarme diez mil dólares solo por conseguir tu nombre, ¿te imaginas si consigo tú apellido? —Diez mil —hablé, llamando su atención. —¿Qué? —Me darás diez mil dólares y te daré su apellido y de paso, su red social —sonreí de lado, haciéndola rodar sus ojos. —¿Por qué lo harías tú, cuando perfectamente Noah puedo hacerlo y de paso, ganarse ese dinero? —acababa de confirmar que esa maldita mirada era lo mejor que había visto en mucho tiempo. —Eh, me tengo que ir… hablamos mañana Aiden —ese chico huyo de la escena. —Exactamente por eso —señalé—. Lástima, ahora ya no tengo ganas de hablar. —Once mil… y ya es mucho —se cruzó de brazos. —Tienes cara de astuta… —la miré fijamente y sonreí cuando un leve rubor apareció en ese delicado rostro—. No fueron Diez mil, tu prima te ofreció más. —¿Importa? —exclamó enojada. —Sí, ahora quiero veinte mil —estaba por negarse, pero advertí—. Noah no hablará, soy tu única opción. Bufó, pero terminó por asentir. —Está bien, acepto. —Se llama Noah Smith —extendí mi mano, para recibir mi paga, pero una arrebatadora sonrisa se abrió paso por ese rostro del demonio. —Acepte saber que Noah no me dirá su apellido, no a tu propuesta. Mierda, esa actitud de ganadora realmente me calentó. Cuando estaba por irse, la agarré del brazo y la atraje hacia mí. —Astuta, pero cuando tú venias… —agarré su mentón y susurré cerca de sus labios—. Yo ya estaba de regreso, nena Me alejé rápidamente, pero me detuve al escucharla. —¿Qué mierda quieres decir con eso? No respondí, solo la miré una última vez y me fui a buscar a Ethan.
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