Capítulo 8

1799 Words
El cielo estaba de un color rosa pálido. El sol se está empezando a esconder y con eso mi nerviosismo al verlo a él. Aún no comprendía cómo es que con solo verlo podía sentirme tan tranquilo he incluso más confiado de mí mismo, pero por supuesto, mi subconsciente me recordaba que en cualquier momento podía meter la pata y hablando de los dos sentidos que le había dado a la palabra. Me acerque a él con paso lento mientras jugueteo con los dedos de las manos. Con algo tan simple con lo que él iba vestido se veía muy bien y podía decir que opacaría a cualquier persona que se vistieron mejor que él. Extendió la mano hacia mí a modo de saludo, yo se la estreche con firmeza expresando seguridad por mi parte a pesar de que por dentro todo mi mundo estuviera temblando. - Me alegra que me regales tu tiempo un domingo - murmuró con su típica sonrisa arrebatadora. - A mí la verdad me parece increíble que alguien me saque de mi casa un domingo pero algo más increíble que eso es que yo acepté - repliqué haciendo que su sonrisa se ensanchará - ¿Que vamos a hacer hoy? - Nada en especial - me dijo acercándose más a mí. Sentí su cálida respiración en mi rostro, lo que me hizo retroceder un poco afectado, agregando a eso el hecho de que me sentía un poco intimidado por su gran altura. Puso su mano sobre mi espalda y me obliga a girarme en mi dirección izquierda. Hacia la acera. Parece que íbamos a ir caminando hacia donde quiera que fuera a llevarme. - ¿Hacia dónde vamos? - Lo sabrás hasta que lleguemos ahí. Seguimos caminando durante largo rato mientras Benjamín encontraba tema de conversación, cosa que para mí suponía un reto hacer con los demás. El tema principal fui yo y de lo que me gustaba hacer, lo que no, mis pasatiempos favoritos y demás aspectos de mi vida. No tenía ni la menor idea de porque estaba tan empeñado en saber todo sobre mi. Respondí a cada pregunta con bastante naturalidad considerando que no me gustaba hablar sobre mí ya que como siempre me gustaba guardarme las cosas, resultaba difícil para mí compartirlas con los demás así como así. Pero Benjamín me transmitía seguridad y confianza, como si lo conociera de tanto tiempo como a Carter y fuera una persona a la que podía confiarle todos y cada uno de mis secretos. A Carter desde el principio nunca le hable absolutamente nada de mí, hablar sobre mi vida poco interesante, resultaba difícil pero con el paso del tiempo me fue conociendo como realmente a través de mi familia ya que él y mis padres se llevaban bastante bien. Carter al ser el primer amigo de verdad que había tenido en la vida, se convirtió en parte de mi familia. En ocasiones, he llegado a considerarme como una caja fuerte impenetrable pero ahora, parecía que Benjamín tenía la clave y ahora tenía acceso a toda la información sobre mí, la cual yo se la proporcionaba como si nada y eso empezaba a asustarme. Esto jamás me había pasado, nunca me comportaba así pero Benjamín me hacía ser diferente y de algún modo estaba empezando a gustarme empezar a ser más abierto y poder expresarme. Ni si quiera sabía cómo es que llegue a ser así, nunca tuve un trauma de niño ni un pasado oscuro que me haya traumatizado. Al contrario, siempre tuve mucho cariño y amor. Ahora pensando en todo esto, creo que algo si andaba mal conmigo. Cuando la conversación se desvió lo más mínimo aproveche para ser yo ahora el que preguntara acerca de él. Sabia únicamente lo que me había dicho en la fiesta y quería saber más por lo que aproveche el momento para saber acerca de él, procurando claro no preguntarle alguna idiotez. - No me dijiste que tocabas la guitarra. - Es que yo no toco. Se la llevó a un amigo - me dijo seriamente. Yo me detuve un momento y lo miré a los ojos sintiendo como mis mejillas se empezaban a tornar rosadas. - Es chiste. Toco muy poco la verdad, no me gusta mucho, fue idea de mi madre. - Entonces... ¿Qué es lo que te hubiera gustado tocar? - pregunté con verdadera curiosidad. - Ningún instrumento en especial. Pero me gusta mucho la electrónica y me gustaría tener una mezcladora. Eso sí que no lo sabía. - Pero no me gustaría dedicarme tanto a la música, por eso estudio ingeniería. - ¿Y si alcanzarás la fama? ¿No te gustaría? Tener dinero, viajar, tener todo lo que quieres. - Eso no es lo que quiero para mi vida - replicó seriamente - el dinero suena tentador pero no es lo que busco, no sería feliz siendo famoso. - Así que tendrías la mezcladora como un pasatiempo - asegure y él me miró. - Podría ser. Me gusta mucho la música, me hace sentir vivo y me gusta la vida ¿A ti te gusta? De nuevo los reflectores se centran sobre mí. - ¿La vida? - el asiente - creo que sí... Digo, con las personas correctas, con las cosas correctas podría ser una buena vida. Aprendiendo de mis errores y siendo mejor cada día y haciendo lo que me gusta, me gustaría vivir la vida al máximo y cuando esté en una cama de hospital a minutos de morir pensar en que hice todo lo que quería y de seguro no me arrepentiré de nada. Me miro con los ojos como platos. Al parecer, mi pequeño discurso lo había dejado atónito y me sentí orgulloso de eso. Lo mire atentamente dándome cuenta de que seguía bastante sorprendido, yo comencé a reírme y eso al parecer lo devolvió a la realidad. - Antes de que digas algo - lo interrumpí al ver que abría la boca - debo admitir que me enfado cuando te sorprende algo que yo hago o digo, es como si al ser como soy, la idea de que yo haga algo que es “diferente" por más mínimo que sea a lo que suelo hacer, fuera algo inverosímil. El me mira avergonzado y de inmediato me arrepiento de lo que acabe de decir, pero supuse que era mejor ser claro y honesto con él. - De verdad lo siento, es algo que sale naturalmente pero apuesto a que no solo me pasa a mí. Suspire con indignación, eso era totalmente cierto, Incluso a mis amigos les resultaba extraña la idea de que yo haya tenido el valor de hablar con alguien que no sea ellos. - ¡Es aquí! - replico repentinamente, asustándome. Estamos parados frente a un gran edificio de unas seis plantas de alto con ladrillo rojo a la vista, en las laterales llevaba pintura blanca y en las ventanas se podían ver balcones de metal que se encontraban todos conectados por un zigzag de escaleras típicos en esta clase de edificios. Benjamín, bajó una escalera de metal y comenzó a subir por ella. Yo lo mire aterrado de lo que está haciendo ¿Enserio teníamos que subir por ahí? Debía de haber otra manera, no quería ni pensar en lo que podría pasarme si me subía a esa trampa mortal para descoordinados. Ya me suponía un reto no caerme en una superficie sin obstáculos y estable, no imaginaba como seria estar allá arriba. - Vamos Jude, es seguro. - No para mí - masculle avergonzado. El me miro por un momento, agachó la cabeza pensativo y se mordió el labio inferior como si estuviera ideando algo en su cabeza, entonces un movimiento rápido se baja de la escalera dejándome atontado y se posa frente a mí. - Confía en mí. No te pasará nada en cuanto yo esté aquí - me dijo con sinceridad, mirándome todo el tiempo a los ojos. Parecía prometedor y me gustaba la idea de que me cuidara. Puso su mano en mi espalda y me empuja suavemente hacia adelante, hacia la escalera negra de metal que parece capaz de matarme al tocarla pero evito pensar en eso y me concentre en la sensación que producía el toque de Benjamín en mi espalda. Puse mis dos manos en la barandilla más alta y luego coloco uno de mis pies en la primera, Benjamín me agarro de la cintura haciendo que me sobresaltara y tiemble por la corriente eléctrica que me recorría el cuerpo y entonces me impulsa hacia arriba. - Sigue subiendo. Iré detrás de ti - murmuró siguiéndome. Subí lo más lento que pude esa maldita escalera hasta el primer balconcito de metal lleno de plantas casi muertas. En ese momento me llene de seguridad de estar en una parte al menos medio estable para mí, Benjamín llego un momento después y continuamos subiendo por otro tramo de escaleras pero esta vez resultaban más fácil ya que tenían una baranda por la cual podía sostenerme y darme mayor impulso. En todo momento evite mirar al suelo y una parte de mí se arrepintió de haber salido con Benjamín para que me pusiera en esta ruleta de la muerte, no sabría que otro nombre ponerle. El viento empezó a soplar con fuerza en mi rostro cuando ya estábamos en la última planta, pero antes de hacerlo Benjamín me agarra del borde de mi camisa y me gira hacia el haciéndome gritar del susto. - ¡No vuelvas a hacer eso! - le grite asustado. - Lo siento - se disculpó con su habitual sonrisa pero está vez un poco tímida. En sus ojos brillaba la emoción y no sabría decir porque, podría ser por lo que había en la terraza ¿Que había ahí para que yo me sorprendiera? - Déjame subir a mi primero - me pidió. Me eché lo más para atrás que podía para evitar que el estuche de la guitarra me golpeara en el rostro. El subió a toda prisa y desapareció de mi vista y me quedé esperando durante unos breves segundos hasta que volvió a aparecer está vez sin la guitarra en la espalda. - Puedes subir. Esta vez me dio más miedo ya que no lo tenía detrás de mí. Puse mis manos en la barandilla y coloque firmemente mis pies sobre los peldaños de la estrecha escalera de metal y fui subiendo poco a poco con las manos blancas y sudorosas. Benjamín me tendió su mano y yo me aferre de inmediato. Me ayudó a subir lo último que me quedaba de escalera. Me impulse hacia delante y mis pies por fin tocaron algo firme. Mire a Benjamín y luego a lo que se extendía delante de mí.
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